Cielos abiertos, transporte aéreo y desarrollo

Los problemas recurrentes de la aerolínea estatal BOA, por sus problemas permanente de incumplimiento en los horarios de los itinerarios establecidos y algunos incidentes que causan preocupaciones por la seguridad de los pasajeros, reflejan claramente los problemas estructurales propios de una empresa pública, como la ineficiencia, perdidas para el estado, falta de transparencia en la adquisición y contratación de bienes y servicios, entre otras falencias que provocan la perdida de la confianza de sus usuarios, especialmente los internacionales, los cual causa gravísimos perjuicios para el país, con un efecto multiplicador amplio y negativo para el conjunto de la economía nacional.

El transporte aéreo, nacional e internacional, no solo es importante para el transporte aéreo de pasajeros y/o de carga, sino que tiene un altísimo impacto en las condiciones de desarrollo de una nación, determinando por ejemplo al grado de crecimiento de diversos sectores económicos. Entre ellos, uno de los principales, el turismo, depende en gran medida de las conexiones aéreas para determinar el grado de desarrollo que podrá alcanzar, tanto en el turismo de vacaciones como en el corporativo, como por ejemplo la posibilidad de que nuestras ciudades puedan ser contempladas como opciones para la realización de encuentros profesionales y empresariales, foros, congresos y ferias, actividades que tienen un efecto multiplicador para toda la economía.

No solo ello, en un mundo cada vez más interconectado, competimos con países vecinos como Chile, que puede llevar en el mismo día frutas hasta mercados en Norteamérica a Europa, o Colombia que provee a diario las flores que se consumen en las grandes ciudades del norte. La factibilidad de ampliar nuestra producción y de diversificar nuestros mercados de exportación depende en gran medida de nuestra logística de transporte, y el aéreo es uno de los medios fundamentales

En muchos casos, la posibilidad que se concrete una inversión internacional depende de la calidad del transporte aéreo, tanto por la seguridad del personal que vivirían en el país, de los que lo visitarían frecuentemente, como la rapidez con la cual podría funcionar la cadena de abastecimiento de materias primas e insumos, y, en su caso la exportación de la producción, como en su tiempo fueron las confecciones y las joyas que se exportaban desde El Alto.

Consecuentemente, el problema que está causando BOA con las permanentes fallas en su servicio, trascienden las molestias y retrasos que causan a los pasajeros. Se ha convertido en una nueva barrera al progreso de Bolivia, de las muchas que el mismo país se impone por el estatismo de la política gubernamental, lo cual además, en la situación actual agrava el déficit publico y la falta de divisas para las operaciones normales de esta empresa y las condiciones que necesita para asegurar el alquiler de aviones, su mantenimiento y seguros correspondientes, entre otros requisitos para competir en el mercado internacional.

Mas allá del debate electoral, Bolivia debe afrontar seriamente la decisión de cerrar esta empresa estatal y declarar “cielos abiertos” para que distintas líneas internacional puedan operar en nuestro territorio y desde el mismo, conectarnos con el mundo, pudiendo realizar transporte interno de pasajeros y también internacional, aprovechando nuestra ubicación para convertirnos en un verdadero Hub para personas, mercancías y servicios, puesto que alrededor de los aeropuertos se deben desarrollar verdaderas industrias “livianas”, centros de almacenaje y distribución y otras áreas de servicios al comercio internacional.

Quizás, el ejemplo más cercano que tenemos sobre la factibilidad de esta política es el Perú, en el que desde hace décadas no solo no existe una empresa estatal, sino que se ha permitido a los operadores internacionales que se encarguen del transporte interno, lo cual permite despejar el argumento de las aerolíneas estatales de que son las únicas que llegan a las poblaciones mas pequeñas y alejadas. Con las condiciones y regulaciones adeudas, siempre habrá un punto en el que coincidan la oferta y la demanda de un servicio para hacerlo viable económicamente.

Llevamos décadas fracasando con el estatismo en el transporte aéreo nacional e internacional, el estado debe liberalizar este mercado y dedicarse a regular las operaciones de las líneas aéreas con normas competitivas, lo que además se traducirá en un aumento de las recaudaciones tributarias, tanto por la actividad de las líneas aéreas como por su efecto multiplicador.