Si algo aprovecha Evo Morales para mandar a amenazar, bloquear, quemar, marchar, dinamitar, sabotear es la pusilanimidad del gobierno de Luis Arce. En nueve días de bloqueos carreteros —este artículo fue cerrado el martes 10 de junio— hubo anuncios y advertencias desde el Ejecutivo para sentarle la mano al “enemigo de la democracia”, pero siguió cometiendo acciones sediciosas que incluso han cobrado vidas humanas.
El jueves 5 de junio, cuando se habían cumplido cuatro días de bloqueos, casi todos en Cochabamba y La Paz, el Gobierno anunció un juicio penal contra Morales y sus seguidores por ocho delitos, entre ellos terrorismo, pero la investigación fiscal recién comenzó el lunes 9, en el octavo día de la arremetida que creció y ya contaba con una treintena bloqueos en seis de los nueve departamentos.
En medio de la laxitud, los bloqueadores del evismo atacaron y quemaron una ambulancia en la carretera Cochabamba-occidente y agredieron a todos los ocupantes —pacientes, paramédicos y conductor—, cerraron el paso de los combustibles y alimentos a las ciudades, amenazaron a periodistas que reportan los excesos, e intentaron crear un clima de zozobra con eso de que esta será una “semana decisiva”.
La presencia de los militares en ciertas carreteras del país no ha servido de mucho y el anuncio de una demanda internacional suena a que se busca ganar tiempo para que Morales cambie de estrategia, lo que sería una derrota política en las calles y las carreteras para el evismo y sería el acabose de un personaje adicto al poder.
La apuesta al todo o nada de Morales y de quienes lo siguen con un fanatismo casi desquiciado ha intentado arrastrar detrás de las acciones subversivas a sectores verdaderamente hastiados por la falta de carburantes, alimentos, medicamentos y otros insumos esenciales para la subsistencia y la producción. Sin embargo, no ha logrado incorporarlos a la lucha por tumbar a Lucho y su gobierno debilucho.
Los emergentes de las clases medias, bolsones de masistas que han gozado de privilegios en los últimos 20 años, repudian a la ofensiva de Morales. Aquellos que ahora ganan jugosos sueldos en la administración pública, están acostumbrados a realizar viajes de vacaciones, tienen a los hijos en colegios y universidades privadas y cambian de vehículo por uno de último modelo cada año están espantados con la aventura golpista del caudillo y sus huestes radicalizadas.
Morales lo sabe. Por ello trasladó gente del trópico a la ciudad de La Paz para marchar y a las carreteras cochabambinas para bloquear, utilizando la técnica de la rotación para evitar el cansancio y la deserción. Y como todo tiene un límite, la movilización evista comienza a mostrar que está tocando su techo. ¿Se verá ante la obligación de capitular? El caudillo no piensa en rendirse.
Entre 2003 y 2005, Morales fue favorecido por el apoyo de miles de bolivianos situados en las clases medias. Gracias a su respaldo llegó al poder y comenzó a gobernar sobre la base de la esperanza de que un representante indígena lo haría con honestidad y empatía. La mayoría que respaldó al dirigente cocalero en 2005 se arrepintió y, 20 años después, busca que salga para siempre del escenario político nacional.
Pero los pobladores empobrecidos de municipios rurales del oriente y occidente del país protestaron contra los bloqueos sediciosos. En San Julián, otrora bastión del MAS en el departamento de Santa Cruz, vecinos y comunarios de desbloquearon la carretera que une Santa Cruz con Beni.
A miles de kilómetros de ahí, en el norte de Potosí, un enfrentamiento con dinamitazos y piedrazos entre pobladores de dos ayllus y de la ciudad intermedia de Llallagua puso al desnudo el deseo de hombres y mujeres de piel color del pan de liberarse del yugo evista. ¡A no confundirse! No es que los desencantados de Morales se volcarán a Arce o al candidato del oficialismo Eduardo Del Castillo.
Es muy probable que el Gobierno elabore y difunda propaganda que pretenda favorecer al arcismo y a su candidato Eduardo Del Castillo, pero el electorado buscará otras opciones en las elecciones de agosto. Será el momento en que se confirmará que el evismo no pasará y que el arcismo puede correr la misma suerte si no aplica soluciones de corto plazo ante la grave crisis económica.
Edwin Cacho Herrera es periodista y analista.