Creyendo estar liberado del gobierno de Luis Arce y siguiendo la línea de campaña de mostrarse ajeno a la debacle económica, política y social causada por la administración a la que perteneció desde el inicio, el ahora candidato presidencial del MAS ha confesado por qué todo un régimen que posee el control de casi todos los órganos de poder, los mandos militares y policiales, el Ministerio Público, los sectores sociales afines y el partido político aún imbatible, ha quedado arrinconado por las “fuerzas oscuras” del Chapare.

Entrevistado la noche del domingo 15 de junio por la red Bolivisión, Eduardo Del Castillo no pensó dos veces y respondió que su gobierno tuvo “aciertos, pero también muchos desaciertos” en varias áreas desde el 8 de noviembre de 2020. Y cuando se le consultó cuál fue el peor desacierto del equipo comandado por el presidente, reconoció que fue no haber tomado decisiones en el momento preciso. “Hay tiempos en política y hay tiempos en gestión de gobierno (en los que) muchas decisiones debieron tomarse oportunamente”, afirmó el joven postulante oficialista.

En 2023, un grupo de asesores extranjeros presentó a Arce y su entorno de confianza una estrategia política e institucional que pasaba por la caída definitiva de Evo Morales, identificándolo ya en ese entonces como el principal enemigo del Gobierno, y también por el relanzamiento integral de la gestión de Arce, dadas las intenciones reeleccionistas del arcismo y el apoyo que se podría conseguir de los regímenes y personalidades del denominado socialismo del siglo XXI.

La estrategia fue fruto de la elaboración e interpretación de una batería de encuestas realizadas por empresas nacionales y foráneas, la sistematización detallada de casos abiertos o por abrirse en contra del caudillo y la prospectiva de lo que se podría hacer desde el Gobierno tomando el Bicentenario de la fundación de la República como hito de corto plazo. Tras varias reuniones, análisis de coyuntura, debates internos, consultas a los asesores, recopilación de expedientes, los ejes paralelos buscarían allanar la reelección autorizada por la Constitución.

Todo estaba listo para cercar y derrotar a Morales con casos de pedofilia, corrupción, narcotráfico y despilfarro de recursos públicos, entre otros. La ofensiva estaba preparada y los misiles esperaban que se apriete el botón rojo e impacten sobre el caudillo, exautoridades del régimen de 14 años y dirigentes allegados al poder (2006-2019). Esto debería dar paso al relanzamiento de la gestión gubernamental a partir del 6 de agosto de 2023.

Había que apurarse porque en el primer trimestre de 2022 comenzaron a desaparecer los dólares del sistema financiero con la aprobación de un tipo de cambio especial para los exportadores que, en los hechos, fue la inauguración del mercado paralelo de la divisa estadounidense, casi 40 años después de estabilidad monetaria.

¿Qué pasó con la estrategia? No pasó nada. El directo interesado pidió esperar, según lo que relatan quienes pertenecen al núcleo de poder. ¿Por qué esperar? Aparentemente porque había un resquicio para negociar con Morales y el evismo para que inicien la retirada ordenada. ¿Ingenuidad política o miedo al exjefazo? Parece que fue una mezcla de ambos y un excesivo cálculo sobre los costos políticos para el presidente. Se dejó pasar la oportunidad.

No haber activado el primer eje “oportunamente” produjo disputas y discusiones subidas de tono entre los allegados a Arce, mientras Morales y los suyos arremetían con denuncias y acusaciones de corrupción que tocaron a la familia presidencial, protección al narcotráfico, incapacidad para resolver las crisis monetaria, alimentaria, energética, judicial, institucional y moral. Quienes debieron haber tomado la iniciativa, se vieron contra las cuerdas, por esperar una negociación que no dio ni iba a dar los resultados esperados.

Con Morales convertido en una dolorosa piedra en el zapato, la inocultable incapacidad del Gobierno para resolver algunas de las facetas de la crisis integral que flagela al país, y el 1% o 2% de preferencia electoral, algo inédito en la región, el presidente declinó a buscar la reelección vía voto popular y, según el ahora candidato presidencial por el MAS, también renunciará a la postulación para ser elegido como senador por La Paz. ¿Quedará Arce condenado a la intrascendencia política?

No. No hay que equivocarse. Si bien cometió un gran desacierto al no haber activado la doble estrategia presentada por asesores extranjeros para deshacerse de Morales y relanzar su gestión, nunca abandonó el plan prorroguista mediante acciones judiciales destinadas a dar un nuevo golpe a la democracia.

Si Morales la golpeó con el grosero fraude electoral de 2019, ahora se busca hacerlo teniendo a la justicia corrupta, sin generalizar por supuesto, como as bajo la manga para que Arce se quede en el poder, independientemente de la realización de las elecciones del 17 de agosto.

No otra cosa significa la conspiración que se puso en marcha para tumbar a magistrados del Órgano Judicial, elegidos en los comicios judiciales de diciembre de 2024, con fallos amañados, a fin de crear la “jurisprudencia necesaria” para desconocer al futuro presidente y vicepresidente elegidos en primera o segunda vuelta, en agosto u octubre de este año.

Te pregunto: ¿Cuál crees que ha sido el peor desacierto? ¿No haber tomado decisiones oportunamente? ¿Pretender prorrogarse a como dé lugar, al margen de las elecciones? Estoy imaginando tu respuesta.

Edwin Cacho Herrera Salinas es periodista y analista.