Un año del puente Cristóbal Roda Daza, la obra que cambió la vida de miles de vecinos
Desde la inauguración, hay productores que tienen mayor facilidad para llegar a los mercados cruceños o familias que envían a sus hijos a continuar sus estudios en la ciudad, cruzando el Piraí


Cuando el puente Arq. Cristóbal Roda Daza fue inaugurado el 30 de septiembre de 2024, en el municipio cruceño de Porongo, muchos señalaron que la obra marcaría un antes y un después. Lo que tal vez no imaginaban era que, más allá del concreto, el acero y su elegante diseño curvo, este puente iba a devolver algo invaluable: el tiempo, la certidumbre y la tranquilidad a miles de familias.
“El puente nos ha cambiado la vida y esto a toda la gente en Porongo, tanto en el transporte como en la producción”, señala Luis Sánchez, presidente de la OTB Villa Guadalupe y productor agrícola.
Luis cultiva achachairú y cítricos, junto a más de 100 familias de su comunidad y hoy, gracias al puente, los productos llegan a los mercados de la capital cruceña en menor tiempo y sin percances. “El puente ha sido, en verdad, una ayuda para toda la gente del municipio”, señala con agradecimiento.
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El puente fue inaugurado el 30 de septiembre de 2024 y conecta directamente la Av. Roca y Coronado con la zona del Urubó, cruzando el río Piraí. Fue construido en 18 meses con inversión privada y visión metropolitana y su diseño curvo y moderno lo convirtió en un ícono urbano.
Pero los beneficios no son solo económicos, sino también son familiares y ayudan a ampliar el futuro de los más jóvenes, de acuerdo con Inga Justiniano, dirigente de la comunidad Lomas del Urubó, ubicada cerca del mariposario Güembé, que es una de las que tiene acceso directo al puente
“Si antes se llegaba a la ciudad en 20 minutos, ahora en 5 estoy allá”, señala este vecina al resaltar que el cambio que se dio con la obra se nota incluso en las emergencias. “Si hay un accidente, ya no dependemos de un solo camino. Antes solo teníamos una posta, ahora llegamos más rápido a Santa Cruz y así también cualquier vecino recibe atención. Eso da mucha tranquilidad”.
Y en lo más íntimo, también hay transformaciones e Inga cuenta, con una sonrisa, una anécdota: “Mi hijo estudia en la ciudad. Antes salíamos a las 6:00, corriendo. Ahora salimos 7:15, más tranquilos. Podemos organizarnos. Ya no hay ese estrés de antes”, lo que implica que esos minutos recuperados se convierten en desayuno en familia o en un respiro más largo.
La vida social también cambió las visitas que antes escaseaban por la dificultad del trayecto hoy son parte del fin de semana y también mueven la economía de las familias comprando frutas, consumiendo en los negocios y haciendo turismo.
“Hace años atrás, nos sentíamos desconectados del desarrollo”, admite Luis. “Ahora estamos agradecidos con las autoridades y los empresarios que hicieron posible esto. Nos han devuelto la posibilidad de avanzar”, agrega.
El puente es, para muchos, la línea que trazó el comienzo de una nueva etapa. Una que se camina o se cruza en minutos, pero que ha cambiado muchas vidas y los propios vecinos dicen que donde antes había un río que separaba, hoy hay un puente que conecta.