“Estuve muerto 50 segundos”: Un fierro le atravesó el cuello a un hombre tras jugar fútbol y vive para contarlo
Luis Ernesto Lluy permaneció casi una semana en la Unidad de Cuidados Intensivos donde incluso sufrió un paro cardiaco de siendo reanimado exitosamente por el equipo médico.
En un extraordinario caso de supervivencia que desafía toda probabilidad, Luis Ernesto Lluy logró sobrevivir después de que un fierro le atravesó el cuello en un accidente ocurrido el 21 de junio en el distrito de Magdalena del Mar, Lima.
El incidente se produjo cuando Lluy, tras participar en un partido de fútbol, intentaba cruzar una una vereda para comprar víveres; sin embargo, un mal cálculo y la presencia de una malla metálica provocaron su caída.
Lo que siguió fue dramático: el fierro de una reja impactó directamente en su cuello, atravesándole la cabeza y saliendo por la zona cercana a la oreja.
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La rápida intervención del Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú fue crucial para salvar su vida. Los rescatistas, actuando con precisión, cortaron el metal incrustado para poder trasladarlo sin agravar las heridas. Lluy fue llevado de urgencia al hospital Daniel Alcides Carrión del Callao, donde ingresó consciente a pesar de tener el fierro aún alojado en su cuerpo.
En el centro médico, un equipo multidisciplinario de especialistas en cabeza y cuello realizó una compleja cirugía que duró varias horas.
Durante su recuperación, Lluy permaneció entre seis y siete días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), donde incluso sufrió un paro cardiaco de aproximadamente 40 segundos, siendo reanimado exitosamente por el equipo médico.
“Me diagnosticaron como fallecido durante ese lapso. Volví a la vida y lo tomo como una segunda oportunidad”, relató Lluy, quien fue dado de alta después de catorce días de internamiento.
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Agradecido con el equipo médico que lo atendió, mencionó especialmente al doctor Fernández, la doctora Rodríguez y el doctor Conde, calificando su supervivencia como “un milagro”.
Actualmente, Luis Ernesto se recupera en su hogar, siguiendo controles médicos periódicos para evitar secuelas graves.
“Estoy viviendo de prestado”, comenta con serenidad, reconociendo que su caso es excepcional.
