“Me pidieron su herencia y me olvidaron”: hombre rompe en llanto por el abandono de sus ocho hijos tras recibir sus bienes
Cuatro hijos hombres y otras cuatro hijas mujeres tiene Darío Gutiérrez; sin embargo, los ocho lo tienen olvidado. El hombre contó su testimonio en una entrevista
Darío Gutiérrez, un hombre de 80 años, vive un martirio desde hace unos meses cuando decidió transferir a sus hijos propiedades y ahora ha quedado abandonado, pues ninguno de sus hijos, cuatro hombres y cuatro mujeres, lo ayuda.
“Me pidieron su herencia y me olvidaron”, dice con la voz quebrada Gutiérrez.
Según su desgarrador testimonio, todo su patrimonio lo construyó con su propio esfuerzo y tenía buena relación con sus hijos; sin embargo, todo cambió cuando les transfirió sus bienes.
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El hombre cuenta que les entregó sus propiedades ante un notario. Una de las casas que cedió, ubicada en la avenida para San Marcos en el pueblo de Matara, en Perú, tenía un valor de 340,000 soles ($us 92.000).
“Les di la casa a estas malcriadas y malcriados”, expresa con dolor.
Sin embargo, a pesar de estos valiosos regalos, sus hijos no lo visitan en fechas importantes como en el Día del Padre o su cumpleaños, el 18 de diciembre.
“El día del papá basura soy yo, no se acuerdan de mí”, lamenta.
A sus 80 años, necesita cuidados y apoyo, pero se encuentra solo. Recuerda que el año pasado sufrió un infarto y casi muere. Solo en ese momento sus hijos se “acordaron” un poco de él. Sin embargo, ahora sus hijas le dicen: “no te vamos a dar nada papá, nada, nada”.
Mientras él sufre, sus hijos tienen una vida cómoda. Tienen casas y varios carros; su hija mayor incluso posee un camión. Él menciona a dos de ellos, Nelly y Beto, que viven en Chiclayo y también gozan de buena posición. Beto, por ejemplo, sacó 400,000 soles para otra casa.
Hoy, este hombre se encuentra delgado, sin poder trabajar y “abandonado”. Pide a las autoridades que actúen y le brinden “justicia legal”. “No son pobres mis hijos, tienen que trabajar por su padre que les dio, los hizo grandes”, clama.
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Algunos de sus hijos le dan 50 soles, una cantidad que él considera insuficiente y a veces prefiere rechazar.
“Eso no me alcanza para nada”, dice. Contrasta esto con el derroche de sus hijos, a quienes ha visto “con cajas llenas de cerveza” mientras él no tiene “ni para un pan”.
Paga su propio alquiler y se las arregla vendiendo cosas, usando su experiencia como exchofer con una licencia vencida.
Lo más grave es que le faltan medicamentos, arroz y azúcar, cosas que antes una de sus hijas le daba.
“Estoy abandonado, tenía un montón de hijos”, dice con desesperación.
