Gobierno de Trump impide a Harvard inscribir a estudiantes extranjeros
El Gobierno de Trump acusa a Harvard de “fomentar la violencia, el antisemitismo y coordinarse con el Partido Comunista Chino en su campus”.


En una nueva escalada de las tensiones con Harvard, la administración de Donald Trump retiró este jueves el derecho a la prestigiosa universidad a matricular estudiantes extranjeros.
En una carta dirigida al presidente de Harvard, Alan Garber, la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, le anunció la “revocación”, con “efecto inmediato”, de la certificación del Programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio (SEVIS), que permite a los estudiantes extranjeros estudiar en Estados Unidos.
“Harvard tuvo muchas oportunidades de hacer lo correcto. Se negó. Han perdido su certificación del Programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio como resultado de su incumplimiento de la ley”, escribió Noem en la red social X.
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“Que esto sirva de advertencia a todas las universidades e instituciones académicas del país”, agregó.
Noem acusa a la universidad de “fomentar la violencia, el antisemitismo y coordinarse con el Partido Comunista Chino en su campus”.
“La acción del gobierno es ilegal. Estamos plenamente comprometidos a mantener la capacidad de Harvard para acoger a nuestros estudiantes y académicos internacionales, que proceden de más de 140 países y enriquecen a la Universidad -y a esta nación- de manera inconmensurable”, reaccionó la universidad en un comunicado enviado a la AFP.
“Esta acción de represalia amenaza con perjudicar gravemente a la comunidad de Harvard y a nuestro país, y socava la misión académica y de investigación de Harvard”, agrega el comunicado.
En el curso académico 2024-2025, el 27,2% de los estudiantes - casi 6.800 de los 30.000 alumnos de Harvard son extranjeros, según la página web ShunStudents.
La nueva medida se inscribe en la lucha sin cuartel del gobierno de Trump contra las universidades del país, a las que acusa de permitir el antisemitismo en los campus a raíz de las manifestaciones propalestinas del año pasado.
También busca acabar con los programas de diversidad destinados a abordar la marginación de las minorías.
A diferencia de universidades como Columbia, que han aceptado acatar las nueva política de la administración republicana, Harvard demandó en justicia a la administración hace un mes por el intento de imponer cambios en su plan de estudios, sus políticas de admisión y sus prácticas de contratación.
“PRIVILEGIO, NO UN DERECHO”
“Nadie sabe” lo que esto significará para los estudiantes internacionales ya matriculados, dijo Alice Goyer, estudiante estadounidense.
“Todo el mundo está entrando un poco en pánico”, ante la noticia, que ha desencadenado “mensajes de un montón de amigos internacionales, y creo que todo el mundo está simplemente... nadie lo sabe”, dijo.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) envió inicialmente a Harvard una carta el 16 de abril exigiendo que la universidad proporcionara información sobre las actividades de los estudiantes internacionales en el campus, incluida la participación en protestas.
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La universidad, según la publicación The Harvard Crimson, presentó parcialmente los registros disciplinarios de los estudiantes internacionales que habían sido solicitados por Washington.
La semana pasada, el gobierno del republicano anunció un nuevo recorte de 450 millones de dólares en subvenciones federales que se suma a la congelación de 2.200 millones más, de un total de 9.000 millones en revisión.
A principios de mayo, excluyó al prestigioso centro de recibir cualquier nueva ayuda federal.
Con un patrimonio de 53.200 millones de dólares en 2024, Harvard es la institución de educación superior más acaudalada de Estados Unidos.
“Para las universidades es un privilegio, no un derecho, matricular a estudiantes extranjeros y beneficiarse de sus elevados pagos de matrícula para ayudar a engrosar sus multimillonarias dotaciones”, dijo Noem.
Trump describió recientemente a Harvard como una “institución de extrema izquierda y antisemita”, un “desastre progresista” y una “amenaza para la democracia”.