Lee la carta que el expresidente de Polonia le dirigió a Trump tras su encuentro a gritos con Zelenski

El expresidente de Polinia dirigió una carta abierta a Trump, firmada también por unos 40 exprisioneros políticos del régimen comunista de ese país, en respuesta al tenso encuentro que mantuvo con Zelenski, que le produjo “miedo y asco”

Publicación: 05/03/2025 07:58
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[AFP] / Trump y Zelenski sostuvieron una discusión a gritos en la Oficina Oval de la Casa Blanca

A través de una carta pública, el expresidente de Polonia y Premio Nobel de La Paz, Lech Walesa, mostró su rechazo al trato que recibió el presidente ucraniano Volodimir Zelenski el viernes, cuando sostuvo una discusión a gritos con Donald Trump.

La carta compartida por Walesa en las redes también está firmada por unos cuarenta exprisioneros políticos del régimen comunista en Polonia, en respuesta al tenso encuentro que mantuvo con Zelenski, que le produjo “miedo y asco”.

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Aquí puedes leer la carta:

Estimado Señor Presidente,

Observamos con horror y disgusto el relato de su conversación con el Presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. Sus expectativas de recibir respeto y gratitud por la ayuda material proporcionada por Estados Unidos a Ucrania, que lucha contra Rusia, las consideramos ofensivas. La gratitud debe ir dirigida a los heroicos soldados ucranianos que derraman su sangre en defensa de los valores del mundo libre. Son ellos quienes, desde hace más de 11 años, mueren en el frente en nombre de esos valores y de la independencia de su patria, atacada por la Rusia de Putin.

No entendemos cómo el líder de una nación que es símbolo del mundo libre puede no ver esto.

También nos horrorizó que la atmósfera en el Despacho Oval durante esa conversación nos recordara aquella que bien recordamos de los interrogatorios por parte de la Seguridad del Estado y de las salas de audiencias en los tribunales comunistas. Los fiscales y jueces, por encargo de la omnipotente policía política comunista, también nos decían que eran ellos quienes tenían todas las cartas, y nosotros ninguna. Nos exigían que cesáramos nuestra actividad, argumentando que miles de personas inocentes sufrían por nuestra causa. Nos privaron de libertad y de derechos civiles porque no aceptábamos colaborar con el poder y no les mostrábamos gratitud. Estamos impactados de que haya tratado de manera similar al Presidente Volodímir Zelenski.

La historia del siglo XX muestra que cada vez que Estados Unidos ha querido distanciarse de los valores democráticos y de sus aliados europeos, ha terminado siendo una amenaza para ellos mismos. Lo entendió el Presidente Woodrow Wilson, quien decidió que Estados Unidos entrara en la Primera Guerra Mundial en 1917. Lo entendió el Presidente Franklin Delano Roosevelt, al decidir tras el ataque a Pearl Harbor en diciembre de 1941 que la guerra en defensa de América no solo se libraría en el Pacífico, sino también en Europa, en alianza con los países atacados por la Alemania nazi.

Recordamos que sin el Presidente Ronald Reagan y el apoyo financiero estadounidense no se habría logrado el colapso del imperio de la Unión Soviética. El Presidente Reagan era consciente de que en la Rusia soviética y en los países que conquistó sufrían millones de personas esclavizadas, incluyendo miles de presos políticos, quienes por su sacrificio en defensa de los valores democráticos pagaron con su libertad. Su grandeza radicó, entre otras cosas, en que sin dudar llamó a la URSS el “Imperio del Mal” y le declaró una guerra decidida. Ganamos, y hoy una estatua del Presidente Ronald Reagan se encuentra en Varsovia, frente a la embajada de Estados Unidos.

Señor Presidente, la ayuda material, militar y financiera no puede ser un equivalente a la sangre derramada en nombre de la independencia y la libertad de Ucrania, Europa, y todo el mundo libre. La vida humana no tiene precio, no se puede medir su valor en dinero. La gratitud debe ir dirigida a aquellos que ofrendan su sangre y su libertad. Para nosotros, miembros de “Solidaridad”, ex presos políticos del régimen comunista al servicio de la Rusia soviética, esto es evidente.

Apelamos a que Estados Unidos cumpla con las garantías que, junto con el Reino Unido, otorgó en el Memorándum de Budapest de 1994, en el que se consignó explícitamente el compromiso de defender la integridad de las fronteras de Ucrania a cambio de que esta renunciara a su arsenal de armas nucleares. Estas garantías son incondicionales: no hay ni una palabra que trate dicha ayuda como un intercambio económico.

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