El pasado 18 de noviembre, el departamento del Beni conmemoró los 182 años de su creación, y aunque la celebración no perdió su alegría y entusiasmo, se vio disminuida por la crisis que afecta a todas las regiones, especialmente a las menos desarrolladas.
Pese a que el territorio del Beni abarca más del 20% de la superficie nacional, y que cuenta con abundantes recursos naturales y una gran potencialidad económica, los indicadores de población y desarrollo están entre los más bajos de Bolivia. Según los últimos datos del INE, en todo el departamento viven 477.400 habitantes, apenas 55.000 más que en 2012 y en porcentaje sólo el 4% del país. Su PIB a 2023 fue de 1.382 millones de dólares, es decir el 3% en relación al resto de los departamentos. Su Índice de Desarrollo Humano en 2022 fue de 0.706, con porcentajes bajos en salud, servicios básicos y educación.
El atraso que sufre esta región tiene que ver fundamentalmente con las políticas aplicadas en los últimos 75 años en el país, que privilegiaron la inversión en el eje troncal, y descuidaron el crecimiento equitativo, lo que generó un desarrollo profundamente desigual y poco diversificado. Ni el estatismo ni las políticas liberales aplicadas en Bolivia en las últimas décadas beneficiaron a esta región, dotada de una gran biodiversidad y de una geografía única que la habilita para convertirse en una potencia agrícola, ganadera, turística, piscícola e hidroeléctrica.
La falta de vías de comunicación adecuadas es una de las principales barreras para el progreso del Beni. Aunque el departamento es uno de los mayores productores agropecuarios, persiste su aislamiento debido a que las carreteras y los caminos son insuficientes y de mala calidad, lo que dificulta el transporte de productos hacia los mercados, limitando la competitividad de las industrias regionales y generando altos costos logísticos para los productores.
La paralización de la carretera Beni - Cochabamba, fue un retroceso innegable para las aspiraciones de desarrollo del departamento y, pese a que en los hechos el tránsito existe y que es una demanda mayoritaria, el Estado no ha sido capaz de avanzar en su habilitación definitiva, lo que permitiría incrementar considerablemente la salida de productos hacia los mercados del occidente.
Un avance importante en los últimos años ha sido la reutilización de la hidrovía Ichilo Mamoré, que conecta por vía fluvial Puerto Villarroel y Puerto Guayaramerín, y que ha permitido el despacho de productos agrícolas y forestales benianos hacia Europa y Estados Unidos. La habilitación plena de esta vía, que aún se encuentra en etapa de preinversión, ha generado ya un primer acuerdo con el Brasil, suscrito el pasado 9 de julio, que compromete a ambos Estados a “establecer un diálogo multisectorial inicial sobre el tema, con participación de las cancillerías y de los órganos técnicos relevantes”. En el mismo acuerdo, se decidió “impulsar e implementar la construcción del puente binacional Guayaramerin y Guajará - Mirím, cuyas características técnicas deberán garantizar la navegabilidad sobre el río Mamoré”.
Quizá la fuente más relevante de desarrollo potencial del departamento esté asociada a la agricultura y la ganadería. El Beni produjo en 2023 un total de 152.000 toneladas de arroz, 111.000 de maíz, 53.000 de caña de azúcar y 32.000 de soya. Aunque son cifras crecientes, es necesario incrementar el valor agregado, elevar los niveles de productividad y competitividad introduciendo la biotecnología y aprovechando los diferentes ecosistemas de la región.
En el sector ganadero, el departamento cuenta con 3.3 millones de cabezas de vacunos, lo que demuestra el potencial en este rubro, siendo necesario fortalecer la prevención y tratamiento de las enfermedades y el mejoramiento de los pastizales, para impulsar la producción y exportación hacia los mercados mundiales.
Es necesario también invertir en la industria asociada a los recursos hídricos, no solamente desarrollando las vías fluviales de comunicación, sino también fomentando la piscicultura y sobre todo la generación de energía hidroeléctrica, reactivando proyectos que son plenamente factibles con tecnología moderna ya disponible. Si se gestionan adecuadamente, las riquezas del Beni pueden convertirse en el motor de un desarrollo económico inclusivo y sostenible que contribuya al bienestar de su población y al progreso económico de Bolivia.
Seguir postergando el desarrollo de este importante territorio no es racional ni justo, no solamente porque su atraso afecta a todo el país, sino porque las nuevas oportunidades de crecimiento son inmejorables. El tiempo del Beni es ahora y su despegue hacia el progreso y el bienestar es derecho de los benianos y obligación de todos. Desde este espacio expreso mi homenaje de respeto, admiración y aprecio a todos los benianos que, pese a las dificultades, aportan con trabajo, compromiso y valentía al progreso y bienestar de todos los bolivianos.