Es necesario pensar con la cabeza calma después del episodio violento que vivimos este junio del 2025. Una vez más, gran parte de la población, hemos caído en la polarización y la desinformación, estos fenómenos que tocan emocionalidades y hacen difícil ver el panorama entre tanta nubosidad. Pero es fundamental empezar a debatir cómo vamos a interpretar este episodio, donde el luto y el dolor tiñeron una vez más con sangre la historia política de nuestro país. Vamos a las narrativas radicales (oficialismo y evismo) para intentar desarmarlas con preguntas, pues son narrativas que hacen daño, omiten hechos a conveniencia y utilizan los muertos a su favor.
Primero, la narrativa que se impuso en la opinión popular: la del oficialismo. Logró con éxito asentarse después de un baño de legitimidad en la “Cumbre por la democracia” organizada durante los conflictos; por eso, Andrónico, leal a Morales, no firmó el acuerdo y se retiró antes. Esta narrativa señala al evismo como único responsable por las muertes. Sin embargo, ¿acaso este episodio violento no está siendo justificado por la inestabilidad campante en la economía, por la inoperancia de Choquehuanca de presidir la Asamblea Legislativa y garantizar mayor gobernabilidad, por los autoprorrogados y los escándalos de corrupción?, ¿acaso el gobierno no sabía que en Llallagua se llevan a cabo actividades ilícitas y que exponer jóvenes policías era una sentencia de muerte?. Según los datos de Jaime Mamani en una entrevista en Fides, se erradicaron 14,5 toneladas de marihuana en los últimos días y pasadas las muertes, mientras que en 5 años se erradicaron 29 toneladas, ¿por qué ahora erradican esta cantidad?, ¿fue esto una especie de “disciplinamiento conveniente”?
Por otro lado, la narrativa de los grupos afines al evismo, busca instalar la versión de que los bloqueadores iniciaron sus medidas debido a la falta de combustibles y del dólar, también la escasez de alimentos, únicamente. Es cierto que la molestia popular se siente en las calles, es cierto que la precarización es campante, y es absolutamente legítima la protesta que han realizado comerciantes, transportistas y otros sectores. Protestas que fueron pacíficas, en las calles, y algunas creativas, como los crespones negros de los comerciantes.
Pero ¿por qué estos sectores bloquearían las carreteras si saben que los perjudica económicamente?, ¿por qué el inicio de los bloqueos coincide con las listas aprobadas por el TSE y con el amedrentamiento a los vocales?, ¿por qué Evo habla de la “Batalla final” en un audio verificado como auténtico?, ¿un líder responsable no sería capaz de pedir que se levanten los bloqueos para no profundizar la crisis económica? Si los bloqueadores no responden a Morales, ¿por qué todos los bloqueos se levantan después de la “Pausa humanitaria” que declaró el Pacto de Unidad y el Estado Mayor del Pueblo?, ¿esperaba el evismo que los militares repriman para instalar esta narrativa?
Y fuera de estas narrativas, ¿era necesaria tanta violencia para dialogar, dar un paso al costado o para tener un norte en la Asamblea Legistativa?, ¿por qué solo la muerte violenta flexibiliza agendas políticas?, ¿es posible redefinir nuestros límites?, ¿acaso todo es válido para instalar una narrativa?
Algunos analistas señalan que otro intento de convulsión se avecina días previos a las elecciones de parte del evismo, esperemos que queden solo en especulaciones. Debe quedar claro que la prioridad nacional es garantizar estabilidad política, social y económica hasta el 8 de noviembre, cuando se ejecute la transición. Si es necesario endeudarnos por estos meses (exigiendo fiscalización de parte de los asambleístas) para pagar los combustibles, llegar a acuerdos (nada fuera de la institucionalidad) con aquellos que consideran los “enemigos”, tendrá que hacerse. Es tarde para hacer las cosas diferentes y menos lesivas en relación a la deuda pública. En esta carrera para salir de la profunda crisis (que recién inicia), debemos sortear esta primera posta. Solo será posible con pragmatismo, consenso, y precautelando la llegada pacífica a las elecciones nacionales.