EEUU vs China la Nueva Batalla por la educación en inteligencia artificial y el futuro de la humanidad

Por décadas, la disputa entre Estados Unidos y China se ha librado en múltiples frentes: la economía, la tecnología, la diplomacia y, últimamente, la inteligencia artificial (IA).

Pero ahora, un nuevo campo de batalla emerge con igual o mayor importancia estratégica, la educación de la próxima generación en IA.

En la era de la información y la automatización, la formación de niñas, niños y jóvenes en inteligencia artificial trasciende fronteras y abre una pregunta crucial: ¿quién liderará el futuro digital del mundo?

Las respuestas parecen estar formándose, sobre todo tras los recientes movimientos de China y un panorama aún fragmentado en Estados Unidos.

China con pasos firmes

Mientras buena parte del mundo se asombra con cada nuevo paso de la inteligencia artificial —desde ChatGPT hasta vehículos autónomos— China lleva años diseñando su estrategia nacional.

La educación en IA se ha convertido en una prioridad para el Estado. En 2024, el gobierno chino dio el paso significativo de hacer obligatoria la enseñanza de fundamentos en IA para estudiantes entre 6 y 15 años, abarcando una población de más de 166 millones de niños y adolescentes.

El programa educativo, impulsado por el Ministerio de Educación, no solo busca formar usuarios, sino fundamentalmente creadores y críticos tecnológicos. Para el Estado chino, la IA no es solo una cuestión de competitividad económica, sino de seguridad nacional y de supervivencia cultural.

China entiende que quien controle los algoritmos del mañana, dominará mercados, narrativas y quizás, valores fundamentales del nuevo orden global.

“En este siglo, la inteligencia artificial está a punto de cambiarlo todo, pero sobre todo redefinirá lo que significa ser humano”, advierte Kai-Fu Lee, expresidente de Google China y referente mundial en IA.

Su visión es compartida por el propio Xi Jinping, quien ha declarado que la formación de talento en IA es “cuestión de vida o muerte” para el desarrollo del país.

El currículum chino - del ‘coding’ a la ética algorítmica

El programa obligatorio incluye temas como lógica computacional, fundamentos de ‘machine learning’, ciencia de datos, pensamiento crítico y ética de la inteligencia artificial.

En algunas provincias piloto, como Zhejiang y Guangdong, ya se están utilizando robots y plataformas de IA en las aulas, tanto para impartir clases como para mejorar la personalización del aprendizaje.

Incluso se han lanzado libros de texto oficiales y competencias nacionales de programación en IA para estudiantes de primaria y secundaria.

Se trata de una estrategia de largo aliento, las universidades chinas reciben cada año a decenas de miles de estudiantes previamente formados en fundamentos de IA, listos para convertirse en ingenieros, reguladores, líderes empresariales o científicos de primer nivel.

El desarrollo no sería posible sin la alianza implícita entre gobierno, sector privado y sistema educativo. Grandes empresas como Tencent, Huawei y Baidu colaboran con universidades y escuelas para acelerar la transferencia de tecnología y talento.

¿El resultado? Para 2030, China espera liderar el desarrollo y la aplicación global de inteligencia artificial, no solo como potencia tecnológica, sino como exportador de normas éticas y marcos regulatorios.

El avance es tan veloz que, en palabras de Eric Schmidt, ex CEO de Google, “Estados Unidos tiene que estar atento, aquellos que inventan y difunden la IA hoy, escribirán las reglas del mañana”.

EE. UU. y la innovación dispersa frente a la presión global

Mientras tanto, en Estados Unidos, pionero de las grandes revoluciones informáticas del siglo XX y cuna de gigantes como Apple, Google y Microsoft, la situación es paradójica.

Aunque el país es líder en publicaciones científicas y desarrollo privado en IA, la integración de la inteligencia artificial en el sistema educativo va mucho más lenta y carece de la visión centralizada que caracteriza al modelo chino.

Fue apenas en 2019 —tras intensos debates en Washington sobre la carrera tecnológica con China— cuando el entonces presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva para promover la educación en temas relacionados con la IA.

La American AI Initiative busca fomentar la investigación, el desarrollo y la capacitación en IA, pero la realidad es que la puesta en marcha depende de un sistema educativo descentralizado, donde cada estado e incluso cada distrito escolar tiene autonomía curricular.

“Estados Unidos siempre ha dependido de la creatividad y el ingenio de su gente, pero en el campo de la IA necesitamos acción concertada.

Si no preparamos a nuestros niños hoy, mañana ya será demasiado tarde”, señalaba en 2023 Fei-Fei Li, directora del Instituto de IA centrada en las personas de Stanford y una de las voces más escuchadas en la materia.

En la práctica, algunos estados y distritos escolares avanzan con proyectos piloto, aliando con empresas tecnológicas o universidades, pero el alcance es desigual. En Nueva York, por ejemplo, existen programas extracurriculares de programación y robótica, mientras que en California se están explorando materias optativas en IA en ciertas escuelas secundarias.

Pero solo una fracción de los estudiantes estadounidenses accede a formación de calidad en IA antes de llegar a la universidad. El acceso varía según la riqueza del distrito, la preparación de los docentes y el interés de las familias; la brecha puede ser abismal.

La realidad de Bolivia y la IA

Si observamos la realidad boliviana, el contraste con gigantes como China y Estados Unidos es innegable. Bolivia enfrenta grandes desafíos estructurales en su sistema educativo, la brecha digital persiste, especialmente en áreas rurales, donde el acceso a internet y dispositivos tecnológicos sigue siendo limitado.

En este contexto, discutir la integración de la inteligencia artificial en los planes curriculares resulta, por ahora, un objetivo a largo plazo. Sin embargo, la experiencia internacional ofrece una valiosa hoja de ruta para que los responsables bolivianos puedan anticiparse a los retos y oportunidades que trae la IA.

A pesar de las dificultades, Bolivia ha mostrado señales alentadoras en innovación educativa. Algunas universidades y centros tecnológicos han comenzado a explorar el aprendizaje automático y la programación, aunque de manera incipiente y casi siempre en contextos urbanos.

La experiencia china, donde la enseñanza de IA se ha vuelto política de Estado desde edades tempranas, podría inspirar programas pilotos en Bolivia, enfocados primero en capacitar a maestros y actualizar la infraestructura escolar.

La democratización del conocimiento en IA será crucial para el futuro de Bolivia. No solo se trata de competir o imitar a potencias extranjeras, sino de preparar a una nueva generación de bolivianos capaces de entender, utilizar y cuestionar críticamente la inteligencia artificial.

Invertir desde ahora en capacitación docente, alianzas académicas internacionales y acceso equitativo a recursos digitales permitirá que Bolivia no quede rezagada en la cuarta revolución industrial.

Así, en vez de ser mero espectador, el país podrá aspirar a ser protagonista, generando soluciones locales con impacto global.

Competencia, cooperación y dilemas éticos

El choque de estrategias entre las dos potencias no es solo educativo, sino geopolítico. Para muchos expertos, la carrera por la IA —y por la formación de quienes utilizarán y crearán estas tecnologías— determinará la balanza de poder global en las próximas décadas.

Estados Unidos apuesta por la innovación, la autonomía de los educadores y la creatividad individual; China, por su parte, opta por la planificación centralizada, la masificación y la integración Estado-escuela-empresa. Ambas filosofías tienen ventajas y riegos: la primera puede volverse desigual y lenta; la segunda, rígida y dogmática.

Además, la urgencia por formar talento en IA abre la puerta a profundos dilemas éticos. ¿Hasta qué punto deben los países definir el pensamiento crítico sobre tecnologías que pueden usarse para vigilar, manipular o discriminar? ¿Cómo garantizar una formación inclusiva, democrática y respetuosa de las libertades individuales, cuando la inteligencia artificial desafía incluso los límites tradicionales de la privacidad y la autonomía?

Como señala Demis Hassabis, CEO de DeepMind, “la IA es la herramienta más poderosa que la humanidad ha desarrollado; educar para usarla de forma responsable es el reto más grande de nuestros tiempos”.

Construir juntos un llamado global a la educación en IA

La historia reciente muestra que la educación es el campo donde se siembran las semillas del futuro tecnológico.

El camino es largo y todavía incierto, pero lo que está en juego va más allá de la economía. Está en disputa nada menos que el destino de la humanidad frente a máquinas cada vez más poderosas y autónomas.

Si algo nos enseña la carrera actual es que la IA, como toda gran tecnología, será tan ética, justa y humana como lo sean quienes la diseñan y la usan.

La pregunta para las dos potencias —y para el resto del mundo— es si ¿sabrán formar a personas lo suficientemente sabias como para guiar la IA, y no ser guiados por ella?

Lo que hagamos con la inteligencia artificial dependerá de lo sabios que seamos al educar a los seres humanos que la controlan.” — Fei-Fei Li