El agujero negro de la oposición

El bloque de unidad pasó de ser un centro de gravedad de las fuerzas opositoras, a ser un agujero negro para los liderazgos históricos.

El fracaso de la unidad empezó mal y terminó peor. Con Tuto Quiroga desmarcado y desarrollando un liderazgo personalísimo, vertical y mezquino con las demás fuerzas opositoras, en un contexto donde alrededor del 70% -según los estudios de opinión-, de la población boliviana exigía una candidatura de unidad.

En el fracasado bloque ni siquiera se puede analizar corrientes ideológicas distintas, escuelas teóricas irreconciliables, o formas alejadas de ver la economía dentro de los cinco líderes que firmaron un acuerdo que duró un suspiro. El fracaso obedece exclusivamente a las mezquindades y angurrias de poder de liderazgos añejados y tercos que no aceptan su agotamiento y su derrota por más de dos décadas a manos del Movimiento al Socialismo.

Hablan de evitar la dispersión del voto y son los primeros en dispersarse. Se llenan la boca con la palabra unidad y son los primeros en dividir. Critican el autoritarismo masista pero acusan de traición a la primera crítica interna. Hacen circular listas negras. Se esconden en palabras vacías para no explicar su fracaso histórico y se regocijan en cúpulas de poder que lo único que hacen es aplaudir su mediocridad.

Nunca quisieron dar espacio a nuevos liderazgos y vieron a la juventud de manera instrumental para levantar banderas, hacer masa en concentraciones, o utilizarlo como grupos de choque para proteger sus egos. En el futbol, cualquier equipo que quiera tener éxito a futuro sabe que es importante formar una sub 15, sub 17, sub 21 y después triunfar en primera. La oposición nunca formó nuevos lideres, ni tampoco tuvo circulación de sus élites, nos quedamos en liderazgos sub 60 con formas de hacer política de mediados del siglo XX.

Los líderes históricos fueron funcionales a los gobierno de Evo y Arce, y hoy, cuando tienen la oportunidad histórica de desplazar al MAS del poder, hacen todo lo posible -y hasta lo imposible- para perder en primera vuelta. Las elecciones de agosto serán el agujero negro de estos lideres super seniors que ya no tienen que más ofrecerle al país, solamente esperanzas e ilusiones de una oposición que ya no es creíble y que está desahuciada.

Vistas así las cosas, la democracia en nuestro país peligra no solo por el abuso de las mayorías, sino también, por la incapacidad histórica de las minorías de construir alternativas políticas que fortalezcan la estatalidad y generen ciudadania plena, comprometida y en acción.