La IA viene por el trabajo de toda una generación

Si estás buscando tu primer trabajo, o conoces a alguien en esa travesía, seguramente has sentido esa extraña mezcla de esperanza y frustración. Envías tu currículum, pulcramente diseñado, a decenas de portales, y la respuesta es casi siempre la misma, el silencio.

Hoy, ese silencio tiene un nuevo cómplice, uno que opera con la frialdad de los unos y ceros, estoy hablando de la inteligencia artificial.

Esta semana, en una conferencia de alto nivel organizada por el Wall Street Journal, varios líderes tecnológicos pusieron las cartas sobre la mesa. La realidad es cruda; las empresas están en plena reestructuración, contratando menos personal y delegando cada vez más tareas a sistemas de IA.

Las cifras no mienten. Solo en lo que va de 2025, más de 10,000 empleos en Estados Unidos se han perdido directamente por la automatización.

Lo más preocupante es que la ola no se está llevando los puestos más complejos, sino precisamente los de entrada. Soporte al cliente, análisis financiero básico y, cada vez más, desarrollo de software junior son las áreas más afectadas.

El CEO de Anthropic, una de las empresas líderes en IA, lo dijo sin anestesia, podríamos perder la mitad de los trabajos para principiantes en los próximos cinco años. Un panorama que obliga a reflexionar sobre el futuro de toda una generación.

«La tecnología no es nada. Lo importante es que tengas fe en la gente, que sean básicamente buenas e inteligentes, y si les das herramientas, harán cosas maravillosas con ellas.» — Steve Jobs

Las palabras del cofundador de Apple resuenan hoy con una ironía particular. La herramienta, en este caso la IA, parece estar creando un muro en lugar de un puente.

Y el primer ladrillo de ese muro es el clásico currículum. Con la facilidad que ofrece ChatGPT para redactar una hoja de vida “perfecta”, los reclutadores se ven inundados por miles de perfiles que suenan idénticos, llenos de palabras clave correctas pero vacíos de autenticidad.

Como resultado, la mayoría ha dejado de confiar en ellos. Ahora prefieren pruebas reales, portafolios de trabajo, entrevistas grabadas donde se resuelven problemas o tareas prácticas que demuestren habilidad pura y dura.

Esto nos lleva a una situación completamente absurda. Por un lado, las empresas se quejan de que “no encuentran talento”. Por otro, miles de jóvenes talentosos se quejan de que “nadie los llama”. En medio, un algoritmo que filtra perfiles con criterios a menudo opacos, creando un cuello de botella donde el mérito se vuelve invisible.

¿Cuál es la salida a este laberinto digital? De momento, la solución parece estar en volver a lo humano. No confiar ciegamente en un documento, sino en construir una presencia online, desde un enfoque del “Personal Branding”, en tener un portafolio que hable por sí mismo y en prepararse para demostrar las habilidades en tiempo real.

Resulta irónico que la misma inteligencia artificial a la que muchos le piden ayuda para destacar, sea la que finalmente les cierra la puerta.

Quizás, el verdadero desafío no sea aprender a hablarle a la máquina, sino encontrar nuevas formas de demostrar, de manera innegable, nuestra propia e irremplazable inteligencia humana.