La verdadera renovación política

Este tiempo histórico político es preciso y casi profético. Esta crisis, o multicrisis en realidad, es radicalmente cruda para vernos desnudos como país, pensarnos y re-pensarnos, para hacer sana autocrítica. Es un momento especial, el bicentenario de nuestro país, las elecciones generales, sumado a un fin de ciclo en la historia política boliviana que nos ha dejado aciertos pero más desaciertos.

¿Cómo llegamos a este momento? Tenemos candidatos como Paz, Paulo Rodríguez y Dunn que aparecen con todas las respuestas ante el desastre de la multicrisis, de repente, de la nada, meses antes de la contienda electoral sin formar bases, buscando a como dé lugar una sigla, prestada o alquilada; y empujando forzosamente a adaptarla sus ideologías y su discurso con el partido político. Todos ellos sospechan que en estas elecciones no van a ganar, pero saben que de todas maneras vale la pena hacerlo como posicionamiento para el futuro.

Están otros, Doria Medina, Tuto Quiroga y Reyes Villa, los de siempre, los clásicos de la política de los últimos 30 años con sus apariciones estelares, igual, meses antes de los comicios. Los tres fantaseando que esta vez sí se les va a dar, que esta vez sí van a poder ponerse la banda presidencial. “Es mi momento” se dicen a ellos mismos, el problema es que solo se señalan con el dedo índice en su propio pecho, “me toca a mí”.

Los tres se pasean por los medios defendiendo su falta de unidad, diciendo que es la población la que va a unirse a través del voto, y casualmente, esa unión va a favorecer justamente a ellos. Repiten casi como autoconvencimiento, pero si ellos, tan pocos no logran ponerse de acuerdo, ¿Se van a poner de acuerdo millones de bolivianos?. Por eso 31.6% del electorado dice que ningún candidato les convence, si realmente quisieran un cambio para Bolivia se reunirian para dialogar.

Finalmente están: Castillo, Copa, Rodríguez y Fernández, cuyo objetivo es no permitir que gane la “derecha”. A excepción de Jhonny y su discurso limitado, el resto sufre de vaciamiento ideológico, pues ahora no hay muchas maneras de sostener las ideologías políticas y económicas que defienden después de la crisis que ha causado su partido o ex partido, por no ejecutar medidas económicas desde el 2014 y evitar la precarización del pueblo. Al menos Eva, Eduardo y Andrónico han militado como funcionarios públicos el modelo económico social comunitario productivo, el modelo que van a tener que traicionar ideológicamente porque vivir de excedentes ya no es rentable.

Y de ahí estamos nosotros, la gente, atada de pies y manos, sufriendo el aumento de precios y la escasez de gasolina. Viendo como todos los binomios, y la mayoría de los actuales funcionarios públicos en las listas de asambleístas, están preocupados por hacer campaña, por ganar. Listas de personas que se han enterado de sus candidaturas 4 o 3 días antes, incluso menos, muchos improvisados, irresponsables, trabajando en planes de gobierno sobre la marcha. Están alborotados, peleándose por pegas, negociando espacios de poder, viendo desesperadamente qué nueva alianza pueden hacer con cualquier sector para tener más votos y subir en las encuestas.

¿Es esta la política partidaria formal que nos merecemos como bolivianos? ¿Es posible hacer las cosas diferentes? Parece absurdo, pero ahora resulta que la renovación política en Bolivia es proponer un horizonte de país donde existan pisos en común en los que comulguemos grandes mayorías, k’aras y t’aras, rurales y citadinos, cunumis, cholos, transportistas, empresarios y jailones. Hace falta trabajar en proyectos de país de larga data, convertir en un compromiso, más grande que una sola persona, incluso más que un partido político. Especialmente con transparencia, responsabilidad, ética y de cara a la gente que busca respuestas.

Esa es la renovación política que este país ahogado en la desconfianza necesita. Sé que vienen nuevas generaciones dispuestas a tirar la vieja política y sus mecanismos de conservación de poder que vino de la derecha y de la izquierda. Esa política de la prebenda, clientelar, corrupta, e ineficiente. Claro que podemos hacer las cosas diferentes, claro que pueden existir políticos íntegros. El primer paso para hacer la renovación es creer, creer que este no puede ser nuestro destino, que podemos revertirlo y llegar sin vergüenza a los 300 años de vida de nuestro país.