La especulación sobre la posible compra de TikTok por parte de Jimmy Donaldson —más conocido como MrBeast— ha desatado toda clase de titulares e hipótesis en la industria tecnológica.
Su canal de YouTube, que supera los 344 millones de suscriptores, lo ha posicionado en la cima de la lista de creadores de contenido más populares del planeta. Al mismo tiempo, la plataforma de videos cortos TikTok enfrenta un horizonte incierto en Estados Unidos por las tensiones políticas y comerciales entre el gobierno estadounidense y ByteDance, la empresa matriz de la popular app, que reside en China.
La discusión pública se ha intensificado desde que las autoridades de varios países occidentales han expresado dudas sobre la seguridad de los datos que circulan en TikTok. En la Unión Europea, por ejemplo, ciertos organismos gubernamentales han pedido disposiciones especiales para evitar la fuga de información sensible.
Estados Unidos, por su parte, ha planteado la posibilidad de un bloqueo total o parcial si ByteDance no vende sus operaciones estadounidenses a una empresa local. Ante este escenario, diversas figuras del entorno digital —incluyendo personalidades de las redes— han manifestado su interés en adquirir o participar en la compra de TikTok.
Se menciona el nombre de MrBeast como un posible inversionista, idea que cobra fuerza cuando se considera la magnitud de su presencia en redes y su capacidad de generar repercusión mediática.
Para dimensionar la relevancia de este movimiento, conviene recordar la trayectoria de Donaldson. Conocido por sus extravagantes desafíos y proyectos filantrópicos, MrBeast ha sido pionero en el uso de estrategias de marketing digital orientadas a captar audiencias masivas.
Su éxito radica en la habilidad de convertir cada video en un fenómeno viral, con millones de vistas en un lapso de horas. De acuerdo con prestigiosas consultoras en marketing, las marcas valoran su capacidad para llegar a un público joven y muy fidelizado.
Tal influencia le ha permitido diversificar sus ingresos a través de colaboraciones con empresas y la creación de negocios propios, como MrBeast Burger o Feastables. Aunque las cifras exactas de su patrimonio no son públicas, algunos medios financieros en Estados Unidos estiman que podría superar los 600 millones de dólares, una cifra extraordinaria para un creador de contenido digital.
Resulta relevante comparar estos números con los de TikTok, una aplicación que, según estudios publicados a inicios de 2023, ya sobrepasó los mil millones de usuarios activos mensuales alrededor del mundo. En Estados Unidos, las estimaciones más conservadoras señalan que hay más de 150 millones de cuentas activas, lo cual convierte a este mercado en uno de los mayores focos de la plataforma.
Tal audiencia es un diamante en bruto para las marcas que buscan mantener a la Generación Z y a los llamados centennials como público objetivo. La posibilidad de que TikTok pierda este mercado por cuestiones políticas ha provocado el aumento de especulaciones sobre su futuro, y de ahí surge la hipótesis de una consolidación o compra.
La historia de las tensiones tecnológicas entre Estados Unidos y China no es nueva. Durante años, se han implementado políticas que limitan la operación de empresas tecnológicas chinas en territorio estadounidense.
El caso de Huawei es representativo, el gigante de las telecomunicaciones chino experimentó un fuerte golpe cuando se le impuso un veto que le impidió usar servicios y componentes fundamentales de Google, dificultando la venta de sus dispositivos móviles fuera de su país de origen.
En paralelo, el gobierno chino mantiene un férreo control de las empresas y plataformas occidentales en su propio territorio, y es bien conocido el bloqueo de Google, YouTube y otros servicios digitales, en su territorio.
Esa rivalidad, a menudo calificada como una “guerra comercial digital,” se ve impulsada tanto por intereses económicos como por recelos políticos.
Por un lado, las empresas estadounidenses buscan preservar su dominio global en tecnología e Internet. Por otro, las autoridades chinas aspiran a tener plataformas locales que compitan de manera efectiva en los mercados internacionales, además de mantener regulado el flujo de información dentro de sus fronteras.
Todo esto convierte a TikTok en la nueva piedra angular de un conflicto que, en el pasado, ha tenido fases álgidas con el caso de Huawei y los aranceles a productos tecnológicos chinos.
Cada vez que se habla de la potencial salida de TikTok del territorio estadounidense, las cifras se agitan. La app forjó su posicionamiento global apoyado en un modelo de recomendación algorítmica que ofrece un altísimo índice de retención de usuarios y alcance orgánico.
La mayoría de las plataformas compite por la atención diaria de la audiencia, y en ese entorno, un minuto más de visualización, o un video más reproducido, puede representar un aumento exponencial en la participación publicitaria y en la recolección de datos que impulsan estrategias de marketing.
TikTok no solo domina este apartado, sino que lo hace con un enfoque que ha revolucionado la manera de consumir contenido, en un formato de video vertical efímero, desplazamientos infinitos y estímulos audiovisuales de corta duración pero alta intensidad emocional.
En ese sentido, las restricciones impuestas por diversos gobiernos a la plataforma tienen un trasfondo que va más allá de la protección de datos, también hay un componente de geopolítica que involucra la supremacía tecnológica y los modelos de negocio.
En la era de la inteligencia artificial y el análisis masivo de información, controlar plataformas digitales implica tener acceso a datos valiosos sobre los hábitos y preferencias de millones de individuos.
Esta ventaja puede traducirse en un factor clave de negociación global, dando lugar a disputas interminables sobre privacidad, manipulación de la opinión pública y monopolios de la información.
La supuesta intención de MrBeast de adquirir una parte importante de TikTok (o incluso su totalidad) despierta más preguntas que respuestas.
Se desconoce la magnitud real de su patrimonio y el nivel de inversores que lo acompañarían en una operación de esta naturaleza, dado que el valor de mercado de TikTok en Estados Unidos, según algunos analistas, superaría los 40 mil millones de dólares si consideramos el conjunto de usuarios, los ingresos potenciales por publicidad y la venta de datos para la analítica de tendencias. Una transición de este tamaño implicaría negociaciones políticas y económicas de gran envergadura.
Cualquiera sea el desenlace de esta trama, es innegable que las redes sociales se han convertido en centros de poder que van más allá de lo económico. Las plataformas son capaces de influir en la cultura y hasta en las dinámicas sociales de múltiples países.
Google, por dar otro ejemplo, lleva años bloqueado en China. Microsoft, propietaria de LinkedIn, ha experimentado restricciones cuando ha tratado de operar bajo ciertas políticas de contenido en el país asiático.
La situación de Huawei con el gobierno estadounidense es otra pieza de este gigantesco rompecabezas que ilustra la competencia por encabezar la innovación tecnológica y la planificación estratégica de marketing a escala planetaria.
Resulta conveniente observar cómo estos movimientos afectan la industria global del marketing digital. Según proyecciones de la consultora eMarketer a finales de 2024, el gasto publicitario en redes sociales a escala mundial podría alcanzar los 280 mil millones de dólares en 2025, impulsado de manera significativa por plataformas de video corto.
TikTok ha tomado un rol protagónico en esta tendencia, y las marcas se han percatado de que su audiencia joven es muy receptiva a la publicidad basada en contenido auténtico y desafiante, al estilo de los retos que caracterizan a varios creadores.
Entre las dudas que se presentan está, por un lado, la viabilidad financiera. ¿Podría MrBeast, junto con socios estratégicos, hacer una oferta competitiva a ByteDance en caso de que se aprobara la venta forzosa de la empresa en Estados Unidos?
Por otro lado, está la cuestión regulatoria. ¿Qué tanto permitirían las autoridades la participación de un inversor independiente en lugar de un gigante corporativo? Y, en un plano más amplio, ¿cómo reaccionaría la comunidad de TikTok ante un cambio drástico de propiedad y dirección?
En el trasfondo de este debate se encuentra la tensión entre Estados Unidos y China en el terreno tecnológico, marcada por la desconfianza mutua y las múltiples restricciones impuestas sobre tecnologías punteras.
Las discusiones sobre TikTok en Estados Unidos reavivan el debate sobre la ciberseguridad y la influencia política que pueden tener las aplicaciones masivas de intercambio de videos.
Tanto republicanos como demócratas han puesto el foco en la presunta captación indebida de datos, mientras que ByteDance, la empresa matriz, ha asegurado en reiteradas ocasiones que su gestión de la información cumple con las normativas y que mantiene sus centros de operación de datos en territorio estadounidense y en países aliados.
Desde la perspectiva de la mercadotecnia, el control sobre esos datos implica un dominio excepcional, las preferencias musicales, los gustos estéticos y los patrones de consumo de millones de usuarios pueden usarse para optimizar campañas publicitarias, generar recomendaciones hiperpersonalizadas y reforzar la fidelidad de los consumidores hacia determinadas marcas o estilos de vida.
Las cifras recientes muestran que la aplicación de ByteDance tiene una base de usuarios muy activa en Estados Unidos, por lo que un eventual bloqueo implicaría la pérdida de un mercado invaluable. Alrededor de 150 millones de usuarios mensuales están creando y compartiendo videos, descubriendo tendencias y generando contenido de nicho que, en muchos casos, no encuentra el mismo espacio en YouTube o Instagram.
Esta dinámica alimenta a microinfluencers y pequeñas empresas que han logrado potenciar sus ventas a través de contenidos virales y promocionales. Si TikTok desapareciera del escenario estadounidense, ese universo de creadores y anunciantes podría buscar nuevas plataformas, generando un reacomodo en el ecosistema digital.
La repercusión en el marketing digital es enorme. Para las marcas, publicar campañas masivas en TikTok tiene sentido cuando se desea llegar a segmentos demográficos de entre 13 y 24 años, quienes representan el grueso de la audiencia de la plataforma.
De acuerdo con estudios de mercado actualizados a mediados de 2024, más del 60% de los usuarios de TikTok se encuentran en ese rango de edad, lo que la convierte en un canal privilegiado para la difusión de lanzamientos de productos, música y tendencias virales. Cualquier anunciante que ignore la relevancia de este medio corre el riesgo de perder contacto con uno de los grupos de consumidores jóvenes más activos y dispuestos a adoptar nuevas marcas.
Según información reciente divulgada por medios latinoamericanos, se identifican alrededor de 20 naciones donde la plataforma enfrentaría restricciones o bloqueos parciales, lo que añade un nivel adicional de complejidad al futuro de la red social de videos cortos.
Esta es la lista de las 20 naciones:
Australia
Países Bajos
Polonia
Bulgaria
Hungría
Rumanía
Eslovaquia
República Checa
Eslovenia
Nepal
Bielorrusia
Pakistán
Bangladesh
Afganistán
Tayikistán
Kazajistán
Uzbekistán
Turkmenistán
Vietnam
Irán
Sudán
Etiopía
Si bien resulta tentador abordar como un solo fenómeno la controversia en torno al veto de TikTok en Estados Unidos, la intrincada realidad es que la aplicación se ha convertido en un blanco de distintos gobiernos.
Los motivos varían, algunos argumentan razones de seguridad nacional, otros ponen el foco en la protección de datos de sus ciudadanos. Lo cierto es que, en la mayoría de los listados recientes, se menciona la posibilidad de que la plataforma deje de operar en países de Europa del Este, Medio Oriente y potencialmente en algunos de la región del Pacífico, si persisten las preocupaciones sobre la recopilación y el tratamiento de la información de los usuarios.
En paralelo, el gobierno chino mantiene bloqueados servicios como Google y Facebook dentro de su territorio, apostando por sus propias plataformas locales, como WeChat o Baidu, y fomentando así un ecosistema tecnológicamente autosuficiente.
Dicho cerco informativo y económico se ha ido robusteciendo con el paso de los años, sentando las bases para una competencia tecnológica que ahora se expande hacia las redes sociales de consumo masivo.
La hipótesis de que la aplicación se retire o sea bloqueada en 20 países añade presión a posibles negociaciones de venta, ya que acota la capacidad de TikTok de mantener su crecimiento global.
Si bien Estados Unidos es un mercado esencial, tampoco puede ignorarse que la plataforma se nutre de la diversidad cultural y demográfica de sus usuarios a escala internacional.
Una multiplicación de vetos nacionales sería un duro golpe para la rentabilidad y la proyección del negocio de ByteDance, compañía matriz de TikTok, que ya se ha visto obligada en otras ocasiones a diseñar planes de contingencia para seguir funcionando en distintos territorios.
Otro ángulo no menos importante es el de la soberanía tecnológica de cada nación. El auge de TikTok evidenció que no solo las grandes compañías de Estados Unidos y Europa pueden dominar el mercado de redes sociales.
China ha demostrado su poderío con una propuesta fresca y un desarrollo acelerado, generando todo un ecosistema económico de creadores de contenido, anunciantes y gestores de comunidades en torno a la aplicación.
De la misma forma, las pretensiones de compra por parte de inversionistas norteamericanos, como el caso rumorado de MrBeast, reflejan la avidez de las potencias occidentales por ejercer control y propiedad sobre plataformas cuyos usuarios son una fuente de datos y de influencia masiva.
Cabe destacar que, en el contexto de la competencia mundial, el gigante asiático Douyin (la “versión china” de TikTok) sigue operando con fuerza en su país de origen, ajeno a las disputas geopolíticas que afectan principalmente a la versión internacional de la plataforma.
Esto demuestra que hay un mercado cautivo de enormes dimensiones, con un poder de consumo y participación social altísimo, que todavía no siente el impacto directo de las tensiones con Occidente.
Douyin continúa recibiendo inversiones e impulsando innovaciones que, tarde o temprano, terminan aplicándose a TikTok de forma parcial o adaptada. Un bloqueo en Estados Unidos no afectaría a la versión china, lo que refuerza la relevancia de China como mercado interno y disminuye, en cierta medida, la dependencia de la empresa matriz en el ámbito internacional.
En el tablero geopolítico, la lucha por imponer regulaciones y vetos demuestra la importancia de la información como columna vertebral de la competitividad económica y la estabilidad política.
“Las grandes oportunidades, nacen de haber sabido aprovechar las pequeñas.” —Bill Gates.
Esta frase enlaza con la realidad cambiante de la industria, aquellas empresas y creadores que logren discernir oportunidades incluso en un entorno convulso serán quienes capitalicen las transformaciones que están por venir.
El resultado, sea cual sea, marcará un antes y un después para el sector de las redes sociales, la publicidad y la diplomacia económica, en un escenario donde la creatividad y la influencia global se han convertido en la nueva divisa de poder.