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¿Es ‘NPC’ un insulto? Guía para entenderse entre generaciones

Puede ocurrir que dicho boomer no entienda nada o, como diría él, “ni jota”, porque “no está en la onda”. Conclusión: ¡la edad importa y mucho!

Publicación: 27/02/2024 13:26
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Imagen referencial

Para el amor no hay edad. Para estudiar, viajar, irse, volver, casarse o tener hijos tampoco hay edad. Incluso, para hacer realidad nuestros sueños cualquier edad es buena. Pero hay cosas para las que la edad sí puede suponer una barrera. Por ejemplo: ¿qué ocurre cuando un milenial, o un miembro de las generaciones y o z, habla con alguien nacido en los años 50 o 60, o le envía un mensaje?

Nuestra fecha de nacimiento determina entender mejor o peor a las nuevas generaciones y, como resultado, estar más o menos integrados a nivel lingüístico en la sociedad actual para no parecer “el Chanquete del verano azul 2024”.

Generaciones y jergas

Pues bien, en la línea de la fecha de nacimiento, encuadremos cronológicamente estos conceptos: milenials son aquellos que nacieron entre los 80 y 90 y cuya edad ronda hoy los 30 - 40; la Generación Zeta o zennials son los adolescentes de nuestros días, nacidos entre mediados de los 90 y el 2015. También se les conoce como “la generación muda”, porque, conectados a internet desde su nacimiento y rodeados de cachivaches tecnológicos en constante evolución, en lugar de hablar prefieren chatear, enviar mensajes o conversar a través de las redes sociales.

Lo último de lo último es la Generación Alfa, aquellos que nacen a partir de 2015. Estos son los hijos de los milénicos. Mark McCrindle, fundador de la agencia de investigación McCrindle, es a quien se le atribuye principalmente el término. En su libro The ABC of XYZ: Understanding the Global Generations publicado en 2009, se da cuenta de que ya hay una nueva generación a las puertas y decide ponerle el nombre de la primera letra de alfabeto griego ἄλφα por ser los primeros que nacen completamente en la generación del siglo XXI.

Y ahora sí, nos remontamos a aquellos maravillosos años, los conocidos como baby boomers en EEUU, aquellos nacidos en los años de la explosión de la natalidad o baby boom tras la Segunda Guerra Mundial. En el entorno hispanohablante, esta generación de los años 50 - 60 utilizaba un castellano más “puro”, todavía no invadido por anglicismos, calcos, préstamos o palabras jeroglíficas. ¿O no? Ejem. Tenemos sándwich, jeans, camping, fútbol, beicon, aeróbic, rock, jazz, güisqui o wisky.

Los boomers no entienden el lenguaje cool de los adolescentes, pero lo mismo ocurre a la inversa. ¿Entenderían los millennials o zennials expresiones como “alucina vecina”, “nanai de la China”, “¡Tranqui, tronco!”, “Toma, jeroma, pastillas de goma”, “Hasta luego, Lucas” o “a la cola, Pepsicola”? Y así, un largo etcétera de palabras y expresiones en un castellano que no toma prestados o calca anglicismos o palabras encriptadas para parecer más “guay del Paraguay”. ¿Cómo respondería un adolescente a toda esta retahíla?

“MEH, ¿estás flipando? ¡No me rayes con tus movidas de la prehistoria!”

NPC o Non Player Character

La expresión “NPC” es la abreviatura inglesa de Non Playing Character, utilizada en el ámbito de los videojuegos para referirse al personaje que no forma parte del juego, es decir, al que está de adorno, como parte del decorado. Los adolescentes utilizan esta abreviatura (castellanizada y pronunciada “enepecé”) para describir a personas sosas, que “pintan” poco, que no se mojan, no participan o que han perdido su personalidad y, por tanto, dejan de ser interesantes para el juego.

Los adolescentes de hoy en día alardean de usar un lenguaje cool y califican las expresiones de los adultos de rancias y obsoletas. Así que los boomers, que no controlan “al dedillo” el lenguaje de los millennials o los zennials, no solo tienen que “ponerse las pilas” para estar actualizados en lo que a comunicación verbal se refiere, sino que, además, deben dominar el lenguaje para nombrar realidades cotidianas que hace cuatro décadas no existían: internet, web, GPS, tablet, smartphone, pen drive, LED, bluetooth, Scooter, selfi o Roomba.

Los mileniales y zennials pueden no decir “Hola” sino “Holi” (con una entonación ligeramente repipi para que se note que estamos up-to-date, o sea, al día). Ahora ya no enviamos un mensaje, sino un whatsapp, un email, un post, un tweet, un like o un reel. Si no respondemos a cualquiera de los anteriores o nos hacemos los longuis para no saludar a alguien o pasar desapercibidos, estamos haciendo ghosting.

Somos unos npc si ya “no molamos”, ni estamos “en la onda”, ni somos “los reyes del mambo”, o, traducido al léxico actual, volveremos a estar living, es decir, “felices como unas pascuas”, si recuperamos nuestro estatus de cool, bestie, tiktoker, influencer, youtuber, hater, gymbro o follower.

Del chocolate al ‘chococcino’

Y ¿qué me dicen de la influencia lingüística en el ámbito gastronómico? Esa rica magdalena con forma de montaña en cuya cima se posa una nube de azúcar o chocolate ahora es una muffin, y si lo que lleva por encima es un cráter decorativo de figuritas comestibles de colorines, es decir, toppings, es un cupcake. Un zumo de multifrutas frescas y recién exprimido es un smoothie. Si se toma un café expreso con espuma de leche, todo ello bien batido y fresquito, es un frappuccino, y si es de chocolate, ¿advine? ¡Equilicuá, chococcino!

Con estos apuntes gastronómicos les dejo con un dulce sabor de boca y me despido a lo random con una expresión de los 90 y sin hacer spoiler de la película que la llevó a la fama, Terminator: ¡Hasta la vista, baby!