Estos son los tres apodos que parecen muy tiernos pero son el presagio del fin de una relación, según la psicología
El psicólogo Mark Travers señala que aunque algunos apodos tratan de mostrar cariño, no siempre se trata de expresiones sinceras


Es muy frecuente que con el objetivo de demostrar todo su amor y cariño las personas utilicen diferentes sobrenombres para referirse a sus parejas; sin embargo, según un experto en psicología el uso de algunas de estas palabras pueden ser un indicio de un fracaso en la relación.
El psicólogo Mark Travers señala que no todo el lenguaje afectuoso es sincero y si bien el uso de algunos apodos como muestra de cariño buscan fortalecer vínculos al liberar la “hormona del amor” puede generar una falsa sensación de cercanía emocional cuando no existe un compromiso real.
MIRA AQUÍ: Video: falso invitado a una boda robó 60.000 dólares que regalaron a los novios
Travers señala que entre los apodos más usados en estas situaciones son bebé, cariño y ángel.
“BEBÉ”
Cuando alguien comienza a usar apodos tiernos demasiado pronto, como “bebé” o “mi reina”, puedes sentir que la relación es más profunda de lo que realmente es.
Esta aparente intimidad muchas veces es solo una sensación falsa y puede llevar a un apego emocional rápido, incluso si no existe una confianza real o consistencia entre ambos. Los apodos pueden hacernos sentir conectados sin la base necesaria, y eso es arriesgado.
“CARIÑO”
El segundo riesgo ocurre cuando los apodos se usan para minimizar emociones del otro. ¿Alguna vez tu pareja, en lugar de conversar sobre tus preocupaciones, responde con frases como “eres muy sensible, cariño” o “tranquilo, amor, no es para tanto”?
Aunque parezcan cariñosas, estas frases minimizan tus sentimientos. Según Travers, este tipo de infantilización es un gran predictor de problemas de salud mental en quienes lo sufren, como tristeza, enojo y pérdida de control.
“MI ÁNGEL”
El tercer peligro aparece cuando los apodos se tratan de una distracción emocional. Después de una pelea, es común que en vez de afrontar el conflicto, la pareja comience a repartir apodos dulces con el fin de suavizar el ambiente.
Frases como “mi ángel, no te enojes” actúan como una cortina de humo que evita solucionar realmente los problemas, postergando conflictos importantes y bloqueando el crecimiento emocional mutuo.
La clave, según el experto, es preguntarnos si los apodos en nuestra relación se usan para evitar el verdadero trabajo emocional que implica una pareja sana. Usados con honestidad y en el momento adecuado, los apodos pueden fortalecer el vínculo, pero si son una máscara, el daño puede ser profundo.