El nuestro es un modelo económico envejecido con políticos igualmente envejecidos, por ello corresponde reflexionar críticamente, porque esta crisis tendrá un impacto directo en el empleo, la actividad industrial y productiva del país y por supuesto, la economía informal. La particularidad de nuestra coyuntura sensible se agrava por la presencia de la Policrisis, donde el impacto de una de las crisis que la componen, la política y de gobernabilidad, determina la imposibilidad inmediata de recuperación en V de la economía, o cuanto menos, la eliminación de los factores distorsionadores del crecimiento económico.
Es necesario abordar y repensar desde la complejidad del momento y no centrarse en el juzgar y calificar negativamente desde conjeturas subjetivas y emocionales o a partir de quietismos incomprensibles. No es tarea simple señalar cuál es el mejor camino o salida para el momento de criticidad, pero sí dejar sugerencias y elecciones posibles, e ir descartando a su vez los facilismos discursivos y el simplismo de corto tiempo que señala nuestra cotidianeidad. Si exponemos con claridad y contundencia que el debate actual encierra un sin número de afirmaciones insostenibles podremos abrir un espacio de reflexión, argumentaciones y propuestas que permitan alimentar las oportunidades de soluciones viables. A manera de ejemplo, ¿alguien puede creer que es posible, en paz, tranquilidad y adecuada convivencia política, recurrir al FMI sin imaginar que, inmediatamente, esa decisión estaría accionando la conformación de un polo de resistencias sociales y políticas que devastarían la gobernabilidad territorial del país?
Entonces la cuestión pasa a ser: ¿qué hacemos con esta Bolivia que ha perdido su fuente de ingresos primera, que se ha des-hidrocarburizado, que no sustituye en el corto plazo -y en el largo periodo es incierto- un ingreso de dólares suficiente para atender la demanda que internamente se requiere, que ve elevar nuevamente el déficit fiscal y que su financiamiento es inflacionario, pues únicamente va por la vía de la emisión monetaria y algo de deuda externa? ¿Qué hacemos con la aparición de un mercado paralelo del dólar, la inflación de los insumos esenciales y la depreciación del poder adquisitivo de los salarios de los bolivianos?
Para el tradicionalismo económico liberal el país tiene ante sí una sola alternativa: acudir al FMI para acceder a un crédito mayor, eliminar la subvención a los combustibles, transferir, vender o cerrar las empresas públicas del Estado, minimizar el tamaño del Estado y contar con menos y funcionarios estatales, congelar los salarios y trabajar en la flexibilización de la ley laboral, todo ello, como las cuestiones de más inmediata atención, dicho de forma distinta, aplicar un ajuste estructural.
Nuestra economía no está bien y el momento político ha sido atravesado por la tensión y el personalismo polarizante. Si detenemos la velocidad del pensamiento único y dogmático, descarnadamente podemos afirmar:
a. El déficit fiscal es un problema crítico, pues su financiamiento viene con emisión monetaria y algo de deuda externa. Sin embargo, el problema de mayor significancia no es el mismo déficit sino la insuficiencia de dólares y las fuentes de obtención de la divisa norteamericana. Esta carestía tiene un efecto inflacionario inmediato a partir de la aparición del mercado paralelo del dólar, único espacio expedito para conseguir dólar físico, un hecho que se ve recrudecido por el endeudamiento del Estado en la misma moneda. Nos quedamos sin dólares suficientes para la compra de combustible, pago de deuda externa, requerimientos de exportadores e importadores y adquisiciones estatales imprescindibles, todo esto configura un hecho estructural con inexcusables efectos inflacionarios.
b. Ante ese escenario, ¿de dónde se obtendrán los dólares? La sustitución de importaciones es, por ahora, un proceso en marcha con solo proyecciones económicas y financieras que no genera ahorro ni divisas de forma cierta. Es un desarrollo en espera de resultados que no atiende aún lo inmediato. Siendo esto así, ¿cuál es el camino hacia la recuperación? El único productor de dólares está en el sector exportador y su diversidad, pero ello requiere también que la mirada exportadora que se tenga desde el Estado y el sector privado proteja y potencie, además, el mercado interno.
c. Cómo buscar la recuperación económica y el entendimiento político es tarea ineludible del gobierno. La alternativa posible está en un amplio acuerdo nacional, político, empresarial y social. A partir de una iniciativa así, se pueden encontrar los dólares requeridos, con diálogo, consensos y acuerdos para las decisiones que se precisan. Hoy no se quieren discutir los problemas estructurales del Estado, en lo económico y lo político: ¿el modelo económico se puede y debe flexibilizar en sus espacios productivos, en lo estatal y privado y en la inclusión de otros actores productivos e industriales? ¿La economía es bimonetaria o bolivianizada? Sin acuerdos básicos, fundamentales para la economía, la recuperación es algo improbable y la recesión el próximo paso.
Más que preguntarnos qué miran quienes deciden, la consulta debe direccionar hacia el qué no estamos viendo, porque las propuestas escuchadas no van con la atmósfera que se percibe la calle y menos con la eficacia real de nuestra economía.
Ante la negación de la realidad, es siempre la misma realidad la que te arroja al sitio que quieres evitar, solo es cuestión de algo de tiempo.