“Decir de lo que es que no es, o de lo que no es que es, es lo falso; decir de lo que es que es, y de lo que no es que no es, es lo verdadero” dice el filósofo griego Aristóteles en su libro “la Política” que hoy en Bolivia podemos releerlo a propósito de las futuras contiendas electorales, primero las judiciales y luego las presidenciales y la de gobiernos intermedios que se avecinan.
Porque a la vista tenemos varias acciones “fríamente calculadas’ como diría el personaje de la comedia mexicana Chapulín Colorado, que no tienen nada que ver con ese concepto aristotélico que “la Política es el arte de llegar al poder para procurar la felicidad de los ciudadanos”.
Como bolivianos debemos darnos cuenta, por ejemplo, que las elecciones judiciales que se van a celebrar este 1 de diciembre de 2024, no extirparán el tumor cancerígeno de la administración de justicia, últimamente instrumentalizada en forma descarada por los 16 años de gobierno socialista que solo la utilizaron como un brazo político para reproducir el poder o empernarse en él como diría el escritor francés, Nicolás Maquiavelo: “la Política es el arte de llegar al poder y mantenerse en él”.
“Un vaso medio vacío de vino es también uno medio lleno, pero una mentira a medias de ningún modo es una media verdad”, dice el escritor y dramaturgo francés, Jules Renard, porque lo cierto es también que los candidatos aprobados por la Asamblea Legislativa Plurinacional, con copies, chanchullos, señas y ayudaditas, y por los que tendremos que votar, tampoco son los más idóneos, porque varios aspirantes independientes que se creyeron el cuento que la selección iba a ser transparente, ahora además de haberse leído tantos libros de Derecho, deberán incorporar a su biblioteca, el cuento de Pinocho.
Porque así verán cómo se les crecerá la nariz azulada a los brillantes seleccionados, cuando dicen que “son independientes”, que no fueron funcionarios públicos y que, como jueces, nunca liberaron narcos ni favorecieron ni recibieron guirnaldas y flores de los encapuchados armados que agredieron a los periodistas, en Las Londras, el 28 de octubre del 2021.
Y ya los estamos viendo como tiktokeros mostrando sus orígenes supuestamente originarios campesinos entregados por alguna organización afín al Movimiento al Socialismo, de esas mismas que se robaron 100 millones de bolivianos en el Fondo Indígena.
Y hemos visto también a los pobres chicos que votarán por primera vez amanecerse en los puestos de empadronamiento coincidiendo que no conocen a los candidatos a las judiciales, pero eso sí, en caso de no sufragar, saben que los van a bloquear en todo.
Porque todo está fríamente calculado, como ocurrió hace poco en Venezuela donde Nicolás Maduro aparecía 13 veces en la papeleta y para dividir el voto opositor, habilitó a varios caballos de carrera de los 38 que había y a pesar de haber perdido, se declaró ganador porque tenía al árbitro a su favor y que no estaba loco para poder revisar la jugada en el asistente de video “Var”, como se lo clamaron los presidentes, inclusive del Socialismo Siglo XXI.
O como en Cuba, Nicaragua o Rusia donde supuestamente el pueblo elegía, pero todos los candidatos eran del mismo plumaje, con el mismo padrón y todo fríamente calculado para tener el resultado esperado.
Así estamos en Bolivia jugando a referéndums que no conducirán a nada que obedecen a cálculos políticos para entretenernos mientras todo sube y encima con otro baldazo de agua fría, en el que Pinocho ha terminado ganándole a la cigüeña, pues según la Gobernación, el Censo reflejó una población en Santa Cruz de 3.115.386 habitantes, 457 mil más que hace 12 años. Sin embargo, desde el año 2012 hasta marzo del 2023 en Santa Cruz hubo 826.437 nacidos vivos y 142.749 decesos, lo que deja una diferencia de 683.688. Es matemática simple, a no ser que el exVice García Linera esté asesorando al INE.