El reciente discurso del capitán Edman Lara en El Alto no fue una improvisación ni una reacción personal a la euforia del triunfo electoral. Sus palabras, cargadas de amenazas y advertencias, responden a una estrategia política bien planificada: reproducir el libreto del MAS que durante dos décadas se basó en encender resentimientos en el occidente del país.

El método es conocido. Evo Morales y Luis Arce supieron movilizar a alteños, paceños, orureños y potosinos haciéndoles “hervir la sangre” con la construcción de enemigos imaginarios: las logias, la derecha, los cruceños. Ese discurso de odio y confrontación permitió al masismo perpetuarse en el poder, al costo de dividir al país y estigmatizar a Santa Cruz.

Hoy, Edman Lara retoma esas mismas banderas, presentándose como garante moral y usando frases calcadas del populismo que dice combatir. Rodrigo Paz lo ha convertido en su punta de lanza, pero corre el riesgo de repetir la peor herencia del MAS: gobernar desde la rabia y la confrontación, en lugar de unir a un país que ya no soporta más divisiones.