María Luz Almendros, la cruceña de oro que forjó el hospital de la Villa Primero de Mayo

Lleva más de cuatro décadas trabajando por y desde este centro de salud, es decir, conoce de cerca todos los cambios que se dieron, a los trabajadores y pacientes que crecieron en la ciudadela cruceña

Publicación: 25/04/2024 22:16
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Han sido cuatro décadas en las que esta ‘Cruceña de Oro’ viene impulsando no solo al hospital, sino también a sus trabajadores

María Luz Almendros es una misionera y profesional en medicina de nacionalidad española que echó raíces en Santa Cruz y que durante su andar por la región conoció de cerca las necesidades de la gente, labor que la llevó a asentarse e interiorizarse con la Villa Primero de Mayo, una de las ciudadelas más grande de la ciudad, en donde forjó la construcción del hospital de segundo nivel.

Sin embargo, el comienzo de este centro asistencial no es como se lo conoce en la actualidad, sino que fue un proyecto que se fue elevando con el pasar de los años y por el que pasaron cientos de pacientes de la Villa.

Han sido cuatro décadas en las que esta ‘Cruceña de Oro’ viene impulsando no solo al hospital, sino también a sus trabajadores, dejando un legado que también alcanza a los vecinos de la zona y a los pacientes que llegaron en busca de una cura para sus dolencias.

“Yo empecé esto sin nada”, recuerda esta ginecóloga, al reseñar también que el proyecto arrancó con solo dos habitaciones y resalta que todo lo conseguido fue obra de Dios.

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Si bien llegó a Bolivia en 1964, fue a partir de 1980 cuando empezó el reto que tenía en mente al ver la necesidad de los vecinos por recibir atención médica oportuna, especialmente la gente de escasos recursos.

Es de esta manera que el hospital empezó a trabajar hasta convertirse en un referente de la ciudadela, dedicando su vida profesional al servicio de las persona, señala la enfermera Roxana Serrano.

Con el paso de los años, consiguió ayuda de otras personas y colegas para la construcción de otros ambientes en el hospital, como una sala de partos, dos consultorios y una sala de internación.

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Su trabajo y solidaridad hizo que otros profesionales la apoyen para conseguir recursos y construir un hospital que en homenaje lleva el nombre de un sacerdote de la orden religiosa a la que pertenece.

Hoy el hospital Hernández Vera es uno de los más grandes y completo de Santa Cruz y esto es gracias a esta ‘Cruceña de Oro’.