Octubre nos invita cada año a reflexionar sobre el legado de Adela Zamudio y el camino recorrido por las mujeres bolivianas hacia la equidad. Su lucha por la educación y la igualdad marcó un hito en la historia del país. Más allá del homenaje, es imperativo valorar el aporte de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad y reflexionar sobre los avances y desafíos que persisten en su participación en el mercado laboral.
Según los datos más recientes del Censo 2024, la participación femenina en el mercado laboral alcanzó el 64%, frente al 19,9% registrado en 1976. Este incremento de 44,1 puntos porcentuales refleja una transformación profunda en el rol económico de las mujeres bolivianas, acompañada por un notable aumento en su nivel educativo, pasando de una brecha de alfabetismo frente a los varones de 24,5% en 1976 a un 4,4% registrado en 2024.
La disminución en la brecha de alfabetización demuestra el progreso y la inserción de mujeres en actividades profesionales, de servicios y de emprendimiento. Sin embargo, aún persisten limitaciones estructurales, como la informalidad laboral, que afecta de manera desproporcionada a las mujeres, limitando su acceso a la seguridad social y a empleos de calidad. De acuerdo con la Encuesta Continua de Empleo (2025), se evidencia una tasa de subocupación femenina del 11,39%, frente al 7,02% de los hombres.
De acuerdo con el informe “El panorama de género 2025” de ONU Mujeres, con solo cerrar la brecha digital de género se sumarían 1,5 billones de dólares al PIB mundial para 2030, lo que se traduciría en desarrollo y mejor calidad de vida para los ciudadanos. Las brechas salariales y la carga del trabajo doméstico no remunerado continúan afectando la plena igualdad de oportunidades, especialmente en Latinoamérica.
Otro gran desafío es la subrepresentación en puestos de liderazgo y dirección. Mientras en el mundo la participación femenina alcanza casi el 50%, en Bolivia su presencia en niveles ejecutivos sigue siendo reducida, con una participación de aproximadamente 23%. El avance más alentador es la incursión femenina en industrias históricamente masculinas, un factor clave para la reducción de la segregación ocupacional y el acceso a mejores salarios.
En Bolivia, donde los desafíos estructurales aún limitan la equidad plena en el mercado laboral, algunas empresas han comenzado a marcar un punto de inflexión. Un ejemplo es Soboce, que a través de su iniciativa Comunidad “Mujeres Dejando Huella” visibiliza el rol de las mujeres en la organización, promueve la prevención de la violencia de género y el desarrollo de liderazgo femenino. Esta red ha contribuido a que la participación de colaboradoras en cargos de liderazgo crezca del 15% en 2022 al 32% en 2025. La empresa ha sido reconocida por distintas instituciones, entre ellas la iniciativa He for She de ONU Mujeres y el Sello de Empresa Comprometida con una Vida Libre de Violencia contra las Mujeres otorgado por el Ministerio de Justicia y Transparencia Institucional.
Estas acciones empresariales evidencian que la equidad, además de fortalecer las culturas organizacionales, impulsa la innovación y la sostenibilidad, aportando al cierre de brechas laborales y sociales en el país.
El reto ahora es trasladar estos avances del ámbito corporativo al conjunto de la sociedad. Más allá de las fechas conmemorativas, el desafío está en consolidar los logros alcanzados y sostener políticas que promuevan paridad real en el trabajo. Es momento de reconocer que las mujeres estamos avanzando, que hoy existen líderes que están creando condiciones para aportar en equidad e igualdad de derechos. La historia y las cifras demuestran que cuando una mujer avanza, todos avanzamos.