Bolivia ante un nuevo paradigma de cooperación internacional: de la dependencia al protagonismo económico

Durante las dos últimas décadas, la noción de cooperación internacional en Bolivia ha estado estrechamente vinculada a la búsqueda de créditos, donaciones o asistencia técnica provenientes de actores externos. No obstante, el discurso del presidente electo Rodrigo Paz Pereira plantea una reformulación sustantiva: pasar de una lógica de dependencia a una de corresponsabilidad, donde la cooperación se conciba como un instrumento de fortalecimiento institucional y desarrollo sostenible.

El plan de gobierno presentado ante el Tribunal Supremo Electoral no contiene un apartado sistemático sobre política exterior. Sin embargo, en sus intervenciones públicas, Paz ha delineado los ejes fundamentales de su visión: restablecer vínculos diplomáticos con Estados Unidos, iniciar una nueva etapa de relación bilateral con Chile —donde las prioridades económicas y comerciales prevalezcan sobre los temas históricos—, y condicionar las relaciones internacionales al respeto por la democracia como principio rector. Asimismo, ha manifestado su intención de revisar los contratos suscritos con Rusia y China, especialmente en materia de recursos naturales, con el propósito de garantizar transparencia y claridad en la gestión de inversiones estratégicas.

En materia de seguridad, el presidente propone una cooperación internacional e institucional activa en la lucha contra el narcotráfico, la trata de personas y los delitos transnacionales, fortaleciendo los mecanismos de intercambio de información con países vecinos y organismos multilaterales. Todo ello bajo una premisa esencial: Bolivia debe presentar una “casa ordenada” ante el mundo, es decir, estabilidad institucional, transparencia fiscal y seguridad jurídica, condiciones indispensables para atraer inversión y cooperación genuina.

Para comprender la naturaleza de este enfoque, conviene distinguir entre cooperación internacional y endeudamiento. La primera implica colaboración técnica, transferencia de conocimientos y fortalecimiento de capacidades; el segundo, en cambio, representa un compromiso financiero que, si no se administra con prudencia, puede generar dependencia. En palabras simples, la cooperación busca generar autonomía, mientras que el crédito, si se utiliza de forma irresponsable, puede debilitarla.

En este sentido, Rodrigo Paz distingue entre dos tipos de financiamiento externo:

-El primero corresponde a los créditos ya aprobados o comprometidos por organismos multilaterales, pero no ejecutados debido a trabas administrativas. Su activación no supone un nuevo endeudamiento, sino la puesta en marcha de recursos disponibles para proyectos de infraestructura, energía o desarrollo social.

-El segundo tipo se refiere a créditos nuevos, concebidos como instrumentos de reactivación productiva, no como paliativos fiscales. En este marco, el endeudamiento se orienta hacia la inversión generadora de empleo, exportaciones y valor agregado, y no hacia la cobertura del gasto corriente.

Este planteamiento no implica un rechazo al financiamiento multilateral, sino una redefinición de su propósito. Esto se llama “cooperación contra cíclica” o de apoyo presupuestario con enfoque en reactivación, se trata de promover un modelo de “cooperación con propósito”: acceder a recursos externos bajo criterios de transparencia, sostenibilidad y rendición de cuentas. La condición para ello es mantener una economía ordenada y un Estado eficiente, pues solo así los organismos financieros internacionales confían y acompañan los procesos de desarrollo sin imponer condiciones excesivas.

El respaldo incondicional, técnico y político, que brindó Tuto Quiroga refuerza este planteamiento. Su reputación de solvencia técnica y credibilidad internacional serviría como “puente diplomático” para que el gobierno de Paz acelere la recuperación de relaciones financieras internacionales, negocie líneas de crédito y cooperación técnica desde el inicio y genere confianza inmediata en los mercados y en los inversionistas.

En diplomacia económica, la confianza es un recurso estratégico, y la combinación del liderazgo político de Paz con la solvencia técnica de Quiroga podría acelerar la reinserción internacional del país, reabrir líneas de cooperación y restablecer el flujo de inversiones.

Paz aporta legitimidad generacional, visión moderna y liderazgo político;Tuto aporta experiencia, credibilidad y conocimiento de los mecanismos multilaterales. Juntos representarían un enfoque híbrido: Bolivia ordenada con cooperación responsable y reinserción internacional inteligente.

La alianza conceptual entre ambos no busca más deuda, sino más confianza.Y en política exterior, la confianza es la moneda que más vale cuando se busca liquidez económica y estabilidad duradera.

En síntesis, la propuesta de Rodrigo Paz representa un punto de inflexión en la política exterior boliviana. Busca transitar de una cooperación asistencialista a una cooperación estratégica, basada en la transparencia, la productividad y la institucionalidad. Aquí se aplica el viejo refrán “Dale un pez a un hombre y comerá hoy, enséñale a pescar y comerá el resto de su vida”, resaltando la importancia de la autonomía y la adquisición de habilidades para garantizar la supervivencia a largo plazo.

La confianza, interna y externa, se erige como el eje central de esta nueva etapa: confianza en las reglas, en las instituciones y en la capacidad nacional para administrar los recursos con eficiencia y responsabilidad.

En el ámbito internacional contemporáneo, la estabilidad no se conquista cerrando las puertas al financiamiento, sino abriéndolas con orden, propósito y coherencia. Bajo esta premisa, Bolivia tiene la oportunidad de redefinir su relación con el mundo: cooperar desde la fortaleza, no desde la necesidad.