Santa Cruz siempre fue asediada por varias plagas que van desde: Primero, el olvido del centralismo en los iniciales 50 años de vida republicana cuando solamente el desarrollo beneficiaba a una rosca minera y la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos emitió el famoso Memorándum de 1904, gritando a los cuatro vientos: “Nosotros existimos y somos también Bolivia; Segundo a ser combatidos duramente por nuestras luchas por las regalías del 11% para beneficiar a todos los departamentos petroleros; Tercero, cuando tomamos la bandera de la descentralización del Referéndum de 1931 y consolidamos la elección de alcaldes y gobernadores, hasta enfrentar hoy, en el 2024 nuevas luchas para defender nuestros acuíferos del Urubó, soportar incendios que arrasaron con más de 10 millones de hectáreas, y últimamente interminables colas por combustible que aparece como otra de las pestes, porque amenaza con la esencia del departamento locomotora económica del país y que puede dejar de producir el 70% de los alimentos que se consumen en Bolivia.
Frente a eso tenemos un panorama desolador a nivel nacional. Un estado de anomia, término derivado del griego del prefijo “a” que se refiere a la “ausencia de” y nómos “de ley, orden, estructura”, es decir a la falta de normas o incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos de lo necesario para lograr las metas de la sociedad.
Anomia que fue utilizada por el sociólogo francés Émile Durkheim para decir en 1897, que “Un estado sin normas y que hace inestables las relaciones del grupo, impidiendo así su cordial integración, puede conducir a un suicidio colectivo”, suicidio colectivo del que somos protagonistas.
Veamos: Tenemos un Órgano Ejecutivo que, a la cabeza del presidente Luis Arce, se encuentra en una fratricida lucha con su “hermano” Evo Morales por la candidatura a la presidencia en los comicios del 2025, protagonizando historias épicas, como las del “golpe de Estado” del 24 de junio del 2024 cuando una tanqueta militar intentó ingresar al Palacio Quemado, donde dicho sea de paso solamente viven los cadetes del Batallón Colorados de Bolivia.
Y por el otro lado tenemos al expresidente Evo Morales que este 27 de octubre aparece denunciando haber sido “tiroteado” por desconocidos, mientras insiste que está habilitado para su candidatura no obstante haber forzado un cuarto mandato, ignorando un referéndum que se lo prohibía- decidió “meterle nomas” a elecciones que, según certificó la OEA, fueron fraudulentas y provocaron el levantamiento del pueblo, en la llamada rebelión de “las Pititas” que se templaron fuerte principalmente en Santa Cruz.
Ese enfrentamiento ha tenido secuestrada a Bolivia durante 23 días por bloqueos de caminos que hundieron más la precaria economía de los bolivianos, profundizando la crisis expresada por la falta de dólares y develando la ausencia de brújula con la que ambos manejaron la presidencia del Estado, pues se despilfarraron $us14 mil millones de reservas internacionales y estamos hundidos con $us26 mil millones entre deuda interna y externa.
Encima, tenemos unas elecciones judiciales en veremos, que sabemos que no van a conducir a nada porque la mayoría de los candidatos son afines al Movimiento al Socialismo, pero que se trata del mal menor porque tampoco podemos mantener magistrados auto prorrogados y un Tribunal Supremo Electoral que dice que no acatará ninguna determinación judicial para interrumpir el proceso. Y por si fuera poco un Órgano Legislativo que no ha podido arrancar porque no reconocen la nueva directiva de la Cámara de Diputados.
Frente a ese panorama nuevamente la historia nos llama a los cruceños a ofrecer alternativas de solución, no importa si estas salen desde cabildos del Cristo o desde reuniones ampliadas en la Manzana 1, pero lo cierto es que no debemos llegar divididos porque las plagas nos van a exterminar, siempre conscientes que Santa Cruz no es de ninguna de las autoridades en actuales funciones, ni de las instituciones cívicas: Santa Cruz es de la gente que por sus venas le corre la esencia de nuestro himno de “siempre libres cruceños seamos’ y ese debe ser el elemento ordenador para buscar el bienestar de una Bolivia libre, democrática y con estabilidad económica. No hacerlo, es asistir al suicidio colectivo en las colas por combustible, el bloqueo de carreteras, la falta de dólares y la ausencia de oportunidades.