Toma militar en kilómetro cero: Las horas de zozobra que pusieron en vilo a Bolivia
El general Zúñiga lideró una toma violenta que cesó luego de que el presidente Luis Arce cambió el Alto Mando Militar. Las acciones del excomandante son calificadas por el Gobierno como un intento de golpe de Estado
Los fantasmas de los golpes militares en Bolivia revivieron por tres horas este miércoles en plaza Murillo en la ciudad de La Paz. Cuando el reloj se acercaba a las 14:30 tanquetas empezaron a ingresar a kilómetro cero, centro del poder político boliviano y junto a ellas otros vehículos militares con decenas de uniformados en traje de campaña, todos con pasamontañas para cubrirles el rostro y portando armas de grueso calibre.
Al mando del contingente militar estaba el ahora excomandante del Ejército, general Juan José Zúñiga, un hombre que ya llevaba envuelto en una polémica desde inicios de semana, cuando en un programa televisivo dijo que si estaba en sus manos encarcelaría a Evo Morales para evitar que candidatee a la Presidencia. El martes ya corría el rumor de que había sido destituido por incumplir la norma: la ley prohíbe a los militares deliberar o hablar de política.
Zúñiga habló dos veces durante las tres horas que duró la movilización militar. En sus primeras declaraciones dijo que estaba ahí porque se había “ultrajado” al Ejército y los políticos estaban siendo desleales con las Fuerzas Armadas. Insinuó que la intención era tomar el poder, cambiar el gabinete y dijo que “por el momento” reconocía a Luis Arce como presidente.
Luego llegó el momento más tenso de la tarde, una tanqueta militar se estrelló contra la puerta de Palacio Quemado, la antigua sede del Órgano Ejecutivo, para romper la barrera de ingreso al lugar, que además permite el acceso a la Casa Grande del Pueblo, donde trabaja Arce. Zúñiga entró escoltado por hombres armados, lo que hacía temer que la situación se agravaría, pero salió unos minutos después.
En la breve visita a Palacio Quemado se encontró cara a cara con el presidente Luis Arce, que lo increpó y le dio una orden: replegar a los militares de inmediato. Zúñiga se marchó, pero no hizo caso. Las cuatro esquinas de plaza Murillo estaban tomadas por militares, que usaron incluso gases lacrimógenos e impidieron el trabajo de la prensa, no había rastro de la Policía.
Minutos después, Zúñiga volvió a hablar, esta vez anunciando una medida concreta: anunció que liberaría a todos los “presos políticos”, mencionó a la expresidenta Jeanine Añez y al gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho.
@unitel.bo El presidente Luis Arce se encuentra al interior de la sede del Órgano Ejecutivo en La Paz. Una fotografía tomada la tarde de este miércoles muestra al mandatario frente al general Juan José Zuñiga, comandante del Ejército, minutos después de que este ingresó por la fuerza a Palacio Quemado. #Unitel #Politica ♬ sonido original - Unitel Bolivia
En redes sociales, autoridades nacionales, los expresidentes Carlos Mesa, Eduardo Rodríguez y Jorge Quiroga, países vecinos como Chile y Argentina, organismos internacionales como la OEA y la Unión Europea mostraban su repudio por lo que sucedía en La Paz e identificaban como una clara afrenta a la democracia y al gobierno democráticamente constituido.
Evo Morales, jefe del MAS y en la actualidad el principal opositor de Arce, llamó a movilizarse de inmediato a todas las organizaciones sociales. La Central Obrera Boliviana (COB) declaró huelga general indefinida.
La incertidumbre reinaba en el país, y como ya sucedió en anteriores crisis, el temor a lo que podía pasar en el futuro inmediato provocó pánico en la ciudadanía. Las largas colas comenzaron en surtidores y centros de abasto.
Arce salió entonces en un mensaje a la nación a pedir que se defienda la democracia porque lo que estaba en curso era un golpe de estado y se quería romper el orden constitucional. Lo acompañaba su gabinete en pleno y el vicepresidente
Solo unos minutos después, el presidente reapareció en pantallas. En un acto breve, posesionó al nuevo Alto Mando Militar, en el que figuraba el nuevo comandante del Ejército, José Wilson Sánchez, y por tanto quedaba destituido Zúñiga.
La nueva autoridad militar en su discurso instruyó que los uniformados se retiren, no fue necesario siquiera que salga a dar la orden unos minutos después la plaza empezaba a quedar vacía, con la misma rapidez con la que se había llenado unas horas antes.
Luego, el lugar se convirtió en escenario de un mitin, Luis Arce fue levantado en hombros por sus seguidores y, en un discurso desde balcón de Palacio Quemado, dijo que se había vencido al golpe de estado. Su vicepresidente resaltó la actitud valiente del mandatario al quedarse en el lugar de los hechos, afrontando a los “golpistas”.
Zúñiga, a bordo de una de las tanquetas en las que había llegado a kilómetro cero, protegido incluso con chaleco de balas, había partido con rumbo desconocido. Hablaría por tercera vez, ya lejos de ahí y con una declaración explosiva.
Pasadas las 19:00, ya con una orden de aprehensión en su contra y una alerta migratoria que debía impedir que salga del país, el excomandante del Ejército convocó a una conferencia de prensa en la sede del Estado Mayor. Ahí dijo que el domingo pasado había conversado con el presidente, que le había dicho que se debía hacer algo para levantar su popularidad, y que cuando él (Zúñiga) le planteó sacar las tanquetas, Arce había aceptado.
No pudo decir más, cuando seguía hablando se lo llevó aprehendido la Policía a la cabeza del viceministro de Régimen Interior, Jhonny Aguilera, por lo que no se pudo conocer más de su versión.
La normalidad ha regresado a plaza Murillo, pero aún queda por aclararse qué fue lo que sucedió exactamente en esta tarde convulsa del jueves, 26 de junio de 2024.