“Al menos estoy viva”: afectados por grave inundación en Bolivia buscan rehacer sus vidas
Desde el domingo, la población de Cobija, uno de los municipios más afectados por las lluvias en el país, regresó a sus domicilios para recuperar sus pertenencias tras una grave inundación
Damaris Hidalgo no sabe por dónde empezar. La ropa, los documentos de su casa, los electrodomésticos, todo está cubierto de lodo. Como el resto de los habitantes de la ciudad boliviana de Cobija, regresó este domingo a recuperar sus pertenencias tras una grave inundación.
La ropa que esta mujer de 39 años lleva puesta no se la ha quitado en tres días y por ahora vive en la casa de una amiga, en una zona más alejada de Cobija, 1.200 kilómetros al norte de La Paz.
“Puse unas cuñas (trozos de madera) para subir mis cosas”, cuenta a la AFP Hidalgo. No fue suficiente: el agua llegó a cubrir el techo de su casa.
El desborde del río Acre, en el departamento de Pando, en la Amazonía boliviana, ocurrió hace una semana por lluvias torrenciales.
Unas 3.600 personas se han visto afectadas por las inundaciones y el agua llegó hasta el techo de unas 200 casas, según la gobernación de Pando.
Incluso, miembros del personal de la propia gobernación reconocen haber “sido afectados” por las inundaciones, cuenta la vicegobernadora Ana Paula Valenzuela.
A lo largo de las veredas de tierra, aún con charcos empantanados, se apilan desde muebles destruidos hasta ramas de árboles y demás escombros que los vecinos de los 17 barrios afectados van sacando de sus viviendas, tras el paso del agua.
Las casas conservan marcas de lodo en las paredes, prueba de cuánto subió el agua. Algunas no podrán volver a ser habitadas y tendrán que ser demolidas.
El nivel del río Acre que divide a Cobija de Brasiléia, en la vecina Brasil, alcanzó los 17 metros, una cifra histórica que superó a la de 2015 cuando llegó a 15,5 metros, según la Unidad de Gestión de Riesgos boliviana.
“Al menos estoy viva”, se consuela Hidalgo, mientras acomoda los documentos que ha conseguido, completamente mojados.
Hidalgo vendía comida para mantener a sus dos hijas. Ahora, su principal demanda es que las autoriades se comprometan con el envío de agua limpia y garanticen la seguridad. De hecho, tres garrafas de gas desaparecieron de su cocina.
Catalina Alvarado, damnificada del barrio Villa Montes, también denuncia robos en las casas durante la noche, cuando nadie las cuida.
La policía detuvo a tres personas y ha realizado operativos esporádicos.
La vivienda de Alvarado está “echada a perder”, cuenta a la AFP. La mujer de 57 años tenía un comercio en una de las habitaciones, que se tornó un cuarto lleno de barro. Los productos que vendía tendrá que botarlos.
Alvarado se preparó con lo justo y necesario para evacuar su casa ante la orden de la alcaldía de Cobija. “Alisté mi camita y mi colchón (para salir) cuando el agua en la noche ya estaba en la puerta de mi casa”, relata.
Desde entonces, vive en un albergue y no sabe cuándo podrá volver a su hogar.
Cobija, en la frontera tripartita con Perú y Brasil, tiene 100 mil habitantes, y a consecuencia de las inudaciones fue declarada como zona de desastre.
Según estudios de la Fundación Tierra, Bolivia pasó un periodo de seis meses de sequías y las lluvias que se desataron en las últimas semanas se han concentrado en un lapso muy estrecho.
La alcaldía baraja varias opciones para reconstuir los barrios más afectados incluyendo la posibilidad de trasladarlos a zonas más altas.
Una camioneta de la Gobernación repartió insumos. “Que nos manden agua, que arreglen la electricidad, eso les pedimos”, reclama Martha Bravo desde el barrio Junín.
La humedad aumenta al entrar a las habitaciones que quedaron inundadas. Con un balde de plástico, trapeador, escoba, detergente y guantes, la mujer de 47 años se embarca en la estéril faena de recuperar el color perdido de sus paredes.
“Estamos limpiando con la misma agua estancada, esa agua ya es café, qué vamos a limpiar”, se cuestiona.